No podía salir de allí, estaba atrapada, las paredes cada vez se hacían más pequeñas impidiéndome respirar. Si no saldaba mi deuda pronto moriría. Sabía que tenía que pensar rápido pero mi cuerpo no obedecía. Me había cuestionado la vida más de una vez, pero no quería acabarla, no así. Muchas veces antes había querido morir, incluso hice el intento de acabar con mi miserable vida, pero ahora que estaba a punto de perderla me daba cuenta de que adoraba la vida, adoraba cada suspiro y cada risa, cada lágrima y cada sonrisa, lo bueno y lo malo de ella.

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Melancolía
KurzgeschichtenEscribo microcuentos y este libro no iba a ser una excepción.