Capítulo 3

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—¡Dan, por favor, deja ese celular! —Andrea se abalanza hacía mí y logra quitarme el móvil.

—¡Dame eso!

Ella sale de la habitación corriendo y la persigo hasta el cuarto de su primo.

—Oh por dios —exclama él al vernos correr dentro de su habitación.

Espera, ¿su habitación? Apenas lleva dos días aquí.

—¡Dame el móvil o no respondo de mí! —Me aviento a Andrea.

—¡Toma primo!

Antes de caer encima de Andrea observo como el celular cae en las manos de Alex.

—¿Qué hago con esto?

Andrea me aleja de ella y se para agarrándose el costado.

—Si dolió. —Hace una mueca.

Me levanto y me acerco a Alex.

—Dame el celular.

Él busca a su prima pidiendo ayuda.

—¡Toma prima!

Lanza el celular hacia la ventana y sale volando. Corro hacia allá y veo a mi celular caer.

—No manches Alex, ¿qué hiciste? —Andrea se tapa la boca intentando no reír.

—¡Tú lo tenías que atrapar! —grita nervioso.

Me acerco a Alex y me paro muy cerca de su rostro.

—Solo llevas unos cuantos días aquí y ya aventaste mi móvil por la ventana.

—Lo... lo siento, no era mi intención. —Retrocede nervioso.

A nadie le gusta cuando me enojo, ni siquiera al chico más valiente le gustaría verme así.

—Pues me tendrás que comprar otro.

—Ah, claro, pensé que me matarías o algo así. Aunque, soy demasiado lindo para morir, ¿no crees?

—No coquetear con mi amiga, ¿recuerdas?

—Pero eso no es coqueteo...

Dejo a los primos discutiendo y voy a mi habitación.

Si Eduardo me llama para pedirme perdón... oh no.

Comienzo a llorar.

—Oye Dan, lo siento —Andrea entra a mi recámara—. Oh por favor, ¿en verdad vas a llorar de nuevo? —Pone sus brazos en la cintura.

No respondo.

—Dan, ayer lloraste toda la noche por su culpa, lo hiciste hasta quedarte dormida. Y te aseguro que él no está así por ti.

—Entonces... ¿Vamos por el celular? —Alex entra a mi habitación, nuevamente sin permiso.

—Eh, sí. Vamos. —Limpio mis lágrimas y suspiro.

—Ah, ¿ahora me ignoras a mí? —reclama Andrea.

—Este, yo las espero en la sala —dice Alex, quien sale y cierra la puerta.

—No es eso, es solo que, dos años. ¿Lo entiendes? Dos años.

—Dan, con todo respeto. Creo que ya eres lo suficiente madura como para llorar por un hombre. Lo comprendería si tuvieras quince, pero no es así, ya no eres una adolescente.

—Pero yo lo amo.

—Pero él no te ama, ¿lo comprendes? Te dejó, y tu vida no se va a acabar por eso. Aún puedes tener otro novio, aún puedes encontrar al amor de tu vida. Eres una profesionista, tienes un futuro y tu vida no se tiene que detener por un hombre que no te supo valorar.

Vacilar y morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora