V e i n t i s i e t e.

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Querida ¿Enemiga?:

Te tengo que felicitar porque he notado, día tras día, que quieres causarnos más profundas y desgarradoras heridas de las que ya poseemos. Hoy fue uno de los peores días de mi vida. Las profesoras, hacían referencia a lo que nos pasó a las tres, comentando implícitamente de que en la clase había muchos que se alejaron de otros y de que hay que perdonar al prójimo sin importar lo que realizó. Cada palabra era una lágrima más que se me acumulaba en los ojos. Trataba de no llorar pero era casi imposible así que solo me concentraba en un punto fijo y pensaba en otra cosa, como suelo hacer cuando recuerdo algo que en verdad me impactó de forma lamentable; y esto era peor: aún resultaba así.

No solo fue eso. En la última hora, mis amigas y yo nos sentamos en la mesa en la cual nos solíamos sentar, ¿recuerdas la que está al lado de la ventana? La profesora dijo que, como en mi mesa eramos pocos, que dos personas se pasaran. Como era de esperar, nadie quiso y cuando la profesora mandó a uno de tus amigos para mi mesa, después de minutos, lo obligaste a que regresara. ¿Ahora resulta que eres mi enemiga? Una vez más, mis ojos se llenaron de lágrimas, quería salir corriendo y parar toda la clase para gritarte en la cara: "¡Déjame en paz! Si no quieres arreglar las cosas no me hagas más daño." No obstante, me calmé, ya que no quería que esto lo discutiésemos en público.

Supongo que, por todas las heridas que presentamos, nos humillaste delante de todos ellos y les aclaraste el clima que hay entre nosotras tres para los despistados de la clase ¿No te basta con dejar de hablarnos?

Ana.

Adiós, Mejor Amiga [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora