•Narradora•
La chica castaña corría sin rumbo por aquel inmenso y tétrico bosque, la oscuridad la rodeaba y la luna junto con sus lágrimas la acompañaban.
Ella solo quería matar, solo quería ver aquel líquido rojo y un tanto espeso correr por sus manos y por su rostro, solo deseaba acabar con todos.
El motivo de toda su furia y tristeza era un chico, no cualquier chico sino él.
Lo había conocido hace unas semanas por Internet, hablaban todos los días.Se contaban lo que les había pasado en el día, sus gustos, su familia, sabían absolutamente todo del otro.
Ella era feliz hasta hace algunas horas cuando se dio cuenta de algo que derrumbaría todo su mundo.
Ella pensaba que ese chico era el chico más perfecto del mundo, tenía todo lo que ella quería y se ilusionó demasiado.Lo que ella no sabía era que eae chico en realidad era un mentiroso.
El le decía que la amaba, ella le creía y también lo decía pero había una diferencia que puede parecer pequeña pero es inmensa.
Ella lo amaba de verdad, el no.
La castaña se dio cuenta de que él le decía eso a todas sus amigas, no sentía nada por ninguna, solo era un juego para él.
De alguna manera se sentía satisfecho al ver a todas las chicas rendidas ante sus encantos falsos, se sentía completo al verlas demostrar su amor y admiración por él.
La chica solo quería que él la rescatará del sufrimiento que la acompañaba todos los días, nunca tenía una sonrisa en su cara hasta que lo conoció a él.
Él fue la causa de su felicidad y la causa de su tristeza.
La chica siguió corriendo mientras el viento se llevaba sus lágrimas, se detuvo de golpe y cayó al suelo.Estaba exhausta ya que había corrido durante mucho tiempo.
Se arrastró y se sentó bajo un árbol, apoyo su espalda contra el tronco y cerró los ojos.
Movió sus manos dentro de la bolsa de su sudadera y sintió el mango del cuchillo que había tomado.
Saco su manos y vio el filoso cuchillo que brillaba gracias a la luz de la luna, sonrió y fijo su vista en la punta de este, paso las yemas de sus dedos por el lado filoso del cuchillo y sonrió aun más.
Su sonrisa era la de una maniática que perdió su cordura aunque sun conservaba un poco.
-perfecto....-susurro sin ánimos y empezó a reír frenéticamente.
Miro a su alrededor y noto un acantilado a lo lejos, empezó a caminar lentamente hacia el mientras miraba el cuchillo y recordaba lo que había pasado hace algunas horas.
Para resumen la razón de su dolor solo diré una palabra: Traición.
El chico la había traicionado con la mejor amiga de ella, incluso cuando la castaña veía una oportunidad con él.
Él ya estaba estableciendo una relación con su mejor amiga.
Ella también la había traicionado, echo a perder su gran amistad solo por un chico.
Patético.
Al llegar a la orilla del acantilado se detuvo, se dio la vuelta y levanto la mano mientras sostenía fuerte el cuchillo.
-Adios a todos.....ya no sabrán nada de mi.....yo podré irme fleiz sabiendo que ustedes se quedan es este sucio e inmundo lugar al que llaman hogar-sollozo
Se quito sus gafas y veía todo borroso pero no le importó, su objetivo era muy sencillo y ella iba a cumplirlo costará lo que costará.
Se dio la vuelta y miro hacia abajo, era una caída demasiado brutal para las personas que cayeran pero para la chica no.
Suspiro y lentamente pasó el cuchillo por su cuello, el rozar del filo y su piel le provocó placer y felicidad, la sangre empezó a fluir por su cuerpo.
Corto su cuello por completo y dejo caer el cuhillo a su lado, de su mano goteaba su sangre y ella empezó a marearse.
La sangre se mezcló con sus lágrimas amargas y dio un paso, se dejo caer hacia el vacío.
Toda su vida paso ante sus ojos, todo lo que había sufrido desde pequeña pero sobretodo lo que había pasado con ese chico.
Miro hacía el cielo y fijo su mirada perdida en la luna, su única compañera en sus días de soledad.
-Te a-amo....-susurro y soltó un último suspiro, todo acabo.
Al final, ella había logrado lo que tanto deseaba desde hace mucho, acabar con su patética vida.
Su cuerpo pego contra el duro y frío suelo, sufrió heridas graves pero ella ya no sentía nada.
Su cuerpo inerte quedo tendido en el suelo y la sangre salía dejándola sobre un charco de sangre.
Todo había acabado, ya no mas sufrimiento para la castaña, ahora ella sería feliz en el más allá.