II.

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No la he vuelto a ver desde la noche aquella en el puente. Llevo semanas sin dormir tratando de quitarme de la cabeza la idea de que la voy a volver a ver. Quizás sea algo estúpido el pensar en una chica que probablemente esté muerta... Desde aquel lunes he ido todos los días a esperarla al puente y hasta el momento no ha vuelto a ir más. No puede ser que haya ido más tarde que yo, por que me pasaba desde las once y media hasta las cinco de la mañana.

Cojo un libro cualquiera y lo meto en la mochila, con una manta y un termo con chocolate caliente. Camino hasta el puente y me siento apoyado en la valla. Saco el libro y empiezo a leer. El libro pertenece a una trilogía llamada Los juegos del hambre. Está muy bien.

Avanzan las horas y el frío se cala poco a poco en mis huesos hasta hacer que me duela al moverme.

Las cinco menos diez me estaba ya arreglando la mochila para volver a casa. Me levanté del suelo y metí todo en la mochila. Me puse los auriculares a tope y decidí marcharme a casa. Andaba deprimido ya que tenía la esperanza de que hoy viniese, y aunque suene raro, prefería que viniese a ''suicidarse'' a no volverla a ver jamás. 

Quizás suene desesperado, y en cierto modo lo es. No puedo dejar de pensar en la chica que vestía de negro.

Acabé de bajar las escaleras del puente y algo dentro de mi me dijo que debía echar un último vistazo hacia atrás. Me giré. Vi una gran llamarada de fuego y oí un grito de mujer. Esa dulce voz que semanas antes oí y que había estado en mi cabeza todo el tiempo. Subí las escaleras lo más rápido que pude imaginando que habría pasado con esa llama. Llegué al tope del puente y vi a un tipo con pintas raras luchando con Luna. Luna tenía la espalda contra la valla del puente retorciéndose de dolor, mientras el tipo la amenazaba con una pistola en sus manos. Luna hacía gestos raros con las manos desesperadamente, pero nada ocurría. Sin pensarlo me tiré encima de aquel hombre. Le dí el tiempo necesario a Luna para que entre sus manos se formara una gran llamarada que quemó a aquel hombre. No lo achicharró, lo dejó inconsciente. Por suerte me tiré hacia un lado y me tapé la cara antes de que las llamas impactaran en aquel extraño. Sentí una mano en mi espalda.

-No hay tiempo, ¡sigueme! ¡Rápido!

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2016 ⏰

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