El sonido del yeso contra la madera del piso perfectamente encerado retumbaba al compás de la música. El espejo lograba capturar por milésimas de segundo mi rostro, como si realmente pudiese desaparecer mezclándome con el aire. Una persona diferente se observaba en esos pequeños fragmentos, alguien irreconocible que me permitía ser algo opuesto a lo que era.Algo mucho mejor.
Más libre.
Aunque mis ojos no estaban cerrados lo que percibía era mas apacible que la obscuridad, me obligaba a no pensar y seguir sin detenerme.
Nada mas existía en el mundo. Solo mi reflejo intermitente, el eco de mi respiración en combinación con el repiqueteo de mis zapatillas y el sonido del piano de fondo.
Ahí mismo, en ese lugar que el tiempo había creado solo para mi, no habían preguntas sin respuestas, mentiras, desgracia o preocupación.
Una, dos, tres veces sin parar, girando sin descanso. Sumergida en una sensación magnifica y solo en ese momento podía sentir misericordia.
Pero la melodía se hacia cada vez mas distante y sabia que tenia que parar, debía volver a la realidad.
Para cuando me di cuenta mi reflejo estaba intacto en el enorme espejo del estudio de baile.
Unos cuantos pares de ojos expectantes me estudiaban con detenimiento.
— Y así señoritas—apuntó Miss Caroline en mi dirección — es como se hacen pirouttes perfectos. Espero que hayan puesto real atención a lo que acaban de ver. — la mujer estaba cerca de los sesenta años y parecía que no estaba dispuesta a aguantar las niñerías de nadie, la expresión en su rostro era de exasperación, la mayor parte de la clase estaba fallando los giros y eso era inaceptable. — Al centro — ordenó inmediatamente — quiero que lo intenten hasta que salga perfecto. Si tienen que sangrarles los dedos para lograrlo, que así sea.
Todo fue un fracaso después de eso, en vez de mejorar todas empezaron a frustrarse, si no era el equilibro, era su postura o el miedo a caer.
Podía ver la cara de Caroline tornarse roja de pura cólera.
— Si no pueden hacer algo tan simple como esto sera mejor que empiecen a considerar otro tipo de sueño o profesión. — alzó la voz — No tienen respeto o amor por este recinto y menos por el ballet, si lo ven como una tortura serán unas fracasadas toda su vida. — Las chicas solo miraban atónitas a la mujer de estatura mediana haciendo aspavientos mientras hablaba — ¿Quien les dijo que podían detenerse?¿ He dicho en algún momento que hemos terminado?
Me encontraba en la Academia Bates de Ballet y Danza, una de las más prestigiosas en todo Inglaterra. De ella han salido algunos de los mejores bailarines de todo el mundo en los diferentes campos; Jazz, Tap,Hip Hop y por supuesto Ballet. Todo el que quiere entrar en alguna de las compañías mas famosas del mundo sabe que no hay mejor lugar que este para entrenarse.
He visto todo tipo de cosas en este lugar, desde llanto y sufrimiento desgarrador hasta la felicidad más sincera. Lo cual, me ha permitido entender mejor a los humanos y su naturaleza. Pero para ser sincera es más el sufrimiento que otra cosa.
— Jennifer, tu postura y pies son una vergüenza. ¿Cuanto mas tendré que decírtelo? — la pobre chica, no lograba corregir su técnica desde su lesión, después de ser una de las joyas mas prometedoras de la academia, Miss Caroline parecía rechazar la idea de aceptarlo. Como una madre que veía a su hija perder su futuro, la ha estado presionando hasta el cansancio.