Leyenda de Agharta

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La primera conciencia en este mundo fue Aura. Estuvo sola y creyéndose dormida por mucho tiempo. A su alrededor existía la nada, casi como ella misma lo era. Pregnaba el silencio y la ausencia, pero aún así todavía existía ella.

Entonces, ante los ojos cerrados de Aura, nació un grito, una explosión, una energía inquieta y voluble que danzó delante de sus parpados, despertándola y permitiéndole ver más allá de sí misma. Fue Rhodanthe la que reveló las capacidades del Éter, convirtiéndolo a su antojo en materia y en vacío.

De ese vació, la energía se renovó, saltando en Fuego y en Agua, en Candace y en Calipso, diosas hermanas y cuasi mellizas que pelearon entre ellas en una sana competencia por el dominio de la materia.

Así, con el nacimiento del fuego, nació la Luz; con el agua, nació la Oscuridad. Eleni y Nyx se disputaron el vacío casi con la misma intensidad que sus hermanas mayores: ocupando los espacios circundantes de una y otra.

En contacto con el agua, el fuego se solidificó, creando la Tierra rica y prospera que se alimentó de los buenos deseos de Kaia y permitió que el mundo a su alrededor se cargara de aire, de oxigeno y elementos puros que llevaron el agua a los cielos de mano de Zephir.

Y llovió; y con la lluvia nacieron las plantas y el mundo se llenó de Naturaleza. De la más hermosa de todas las especies verdes, nació Daphne.

Y volvió a llover; y con la lluvia, las nubes cargadas de agua y estática, con la ayuda del fuego y de la luz, nació el Rayo, poderoso, fugaz y tenaz, dejando caer a Xante a la tierra.

Entonces, todo se detuvo. Con las nueve diosas de los elementos en sus posiciones, el mundo se dio por terminado, por concluido y bien creado. Creció y floreció y las diosas, orgullosas de su trabajo y llenas de amor por sus hijos, abandonaron el planeta físico para observar desde el cielo la vida en expansión. Dejaron gemas preciosas llenas de poderes magníficos guardadas y aseguraron que volverían por ellas cuando el mundo peligrara.

El tiempo pasó y sigue pasando, pero se dice por ahí que las diosas encarnarán algún día. El mundo lo recuerda muy bien, ninguna encarna porque sí; pues también se dice que si alguna de las hermanas pisa nuestra tierra, significa que tiempos oscuros agobiarán al planeta.

El mundo lo recuerda; ellos las recuerdan. Las nueve diosas están siempre despiertas.

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Pero el mundo se olvidó de Aura.

Y ella también estaba despierta.


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