Kilian.
Su mano estaba empapada de lodo. La lluvia había dejado de parecer tormento y por fin el viento refrescaba sin gotas de par en par que atrapar.
Su compañera tenía las prendas manchadas y rasgadas, algo tan habitual en ella, pero que siempre terminaba por salvarlos.
Amaban la temporada de lluvia.
–No puedo llegar a casa así– comentó preocupada.
Su rostro rosado estaba igual que su vestido, lleno de lodo.
–Para mi no te miras tan mal– comentó él con una tímida sonrisa de labios cerrados –a-aunque nunca te he visto completamente limpia.
Ella le dedicó una sonrisa de lado, sus ojos brillaban –Eres el único que diría algo así Kilian– dijo rosando una de sus mejillas –esta vez te rasguñaron la cara.
Él intentó ocultar el rostro sin apartar su mano. Agradecía tanto su toque... pero le repelía las ideas en su mente. Imaginarse así mismo le resultaba repugnante. Con la camisa deshilada, los moretones por todos lados y la cara hinchada. Trató de apartarla lo más gentil que pudo, sin ofenderla.
–S-si no te molesta p-podríamos ir a mi casa a limpiarte las prendas– sugirió apretando los labios ensangrentados. El sabor metálico de su propia sangre era el vicio que le ayudaba a recordar su posición.
<<No eres nadie>>
Ella aceptó su propuesta.
El sol ya había salido y la lluvia terminó por agotarse para cuando llegaron a su casa.
Su familia no se encontraba aún. Su hermana todavía estudiaba la universidad así que no estaba en la casa, su tía y sus primas aún no habitaban la casa, mientras que su mamá estaba recién en el negocio de la estética. Parecía estar todo maquinado.
–¿No hay nadie?– preguntó Eva cuando abordó la entrada de la casa.
–No, todos andan fuera– contestó acomodando su mochila a un lado del sofá –siéntate donde gustes.
Eva se burló de su comentario –Kilian, ¿recuerdas que tengo lodo en la falda, verdad?
Él se rio nerviosamente –Sí, lo siento, el baño está en la habitación de la derecha.
Le agradeció y él fue directamente en busca de su ropa limpia y luego a la habitación de su hermana para cambiarse la ropa. Después de hacerlo fue rápidamente hacia el ropero de su hermana, trataría de agarrar una prenda que seguramente ni notaría. No pretendía que Eva saliera con el vestido hecho jirones. Cuando la eligió fue hacia el baño y tocó la puerta. Para su sorpresa se abrió fácilmente al no estar con seguro, se encontró con una Eva muy nerviosa. De inmediato se tapó los ojos con las manos, apenas viendo curiosamente entre los dedos.
–¿Qué sucede?– preguntó preocupado.
–Nada– susurró mirando el piso. Eva seguía con la ropa puesta.
Él siguió su mirada y se encontró con prendas de ropa interior de hombre y de mujer tiradas en el piso. Su rostro quemaba de la vergüenza al darse cuenta. Las recogió inmediatamente y mientras lo hacía se dio cuenta que los bóxer no eran suyos, pero la ropa probablemente era de su hermana.
–L-lo siento, yo no, no es-
Ella no hizo ningún comentario y se fue a la sala trastabillando, dejándolo a él con el rostro rojo.
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Durazno
General FictionConfiar en alguien no ha sido tarea fácil para Kilian. Le ha tomado tres años tratar de reconstruir la confianza en sí mismo para poder depositarla en los demás después de la humillación que sufrió y mantiene oculta en su caja de pandora, una que ha...