.

46 7 3
                                    

Anoche recogí un ángel. Fue su llanto desconsolado lo que hizo que cayera en mis manos. Suave y ligero,como las gentiles plumas que adornaban la totalidad de su espalda,se hizo un hueco y se aposentó en mi corazón. Un hueco que aún no consigo llenar.

No sé muy bien si fueron las promesas que me hizo sobre una vida eterna,o la ilusión de pasar esa vida eterna bajo su cobijo.
De lo que sí estaba segura era que,solo con el brillo de su piel de porcelana,hacía que perdiera el control sobre todos mis sentidos.
Durante un tiempo,pensé que la totalidad de mi existencia se debía a su presencia,tan cercana,como el sol y la luna.

No sé muy bien si aquello que vi en esos orbes oscuros e hipnóticos fue el cielo,el paraíso jamás abierto al hombre,o el mero reflejo de mi deseo,que al verse alentado por sus cautivadoras palabras,crecía como si de una plaga se tratara.

No sé muy bien si las cicatrices y las marcas que recorrían sus miembros eran de la procedencia oscura,que un día averigüe que provenías. Pero yo en ese momento lo único que quería era sentirlas en mis labios,con la misma dulzura y capricho con la que el sol toca el horizonte del mar,de aquellos bonitos atardeceres que vimos juntos.

Ahora que echo la vista atrás,a decir verdad,no sé muchas cosas de él;tantas preguntas me formule frente al espejo,esperando las respuestas que nunca vinieron tras su marcha.

No sé muy bien por qué te fuiste,por qué mordí tu manzana de la perdición,por qué me convencí de que caíste por amor y no por odio. Por qué aún siento tu vacío como una condena,por qué tu nombre forma escarcha maldita en mis sentimientos.

Aún no sé muy bien por qué me obsesione,y obsesiono,por sentir el tacto de tu impía piel contra la mía.

El paraísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora