De Historias y Principios

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-Te dije que dejaras de seguirme

Danna camino tres pasos más luego de decir esa frase, hasta detenerse completamente, irritada se giró para encarar a su perseguidora

-¿En que idioma debo decírtelo? ¿En elfico, en biertan o en humaniel? ¡Quiero saber para que de una vez lo entiendas!

Detrás de ella, una criatura pequeña, de no más de un metro de altura cargando una mochila que parecía demasiado grande en comparación a su menudo y esponjoso cuerpo, la miraba con unos grandes ojos como castañas y una sonrisita tímida.

-Pero eres una Aventurera, y fuiste la mejor Soporte del reino, quiero aprender de ti

Danna cerró sus amarillos ojos y frunció el ceño, antes de vociferar


-Ya no quiero ser una Soporte, maldita coneja superdesarrollada!

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Plush estaba sentada tranquila en un rincón del bar agitado y bastante cálido de la ciudad de Caeleth, una ciudad central que era conocida como la meca de todos los mercaderes de Erithia. Allí, aventureros, comerciantes, guardianes, trovadores se encontraban para intercambiar dinero por historias, por comida, por armas, equipo, por todo lo que pudiera cruzarte por la mente. También era un lugar donde las personas con más ánimo de aventura buscaban compañeros para explorar las infinidades de Erithia, o dicho de otra forma, gente que buscaba fama y fortuna iba a encontrar algunos tontos para obtenerla.

Tristemente para Plush, su caso era un tanto particular. Ella era una habitante de Biert, una nación de seres evolucionados de las criaturas más pequeñas del mundo y que, gracias a su capacidad de adaptación, de pensar y camuflarse en las distintas zonas, pudieron salir adelante.

Ella pertenecía a la rama de los conejos. Simple y llanamente era una conejita que había llegado a crecer hasta los 75 centímetros de pie (de los cuales estaba muy orgullosa) sin contar sus largas orejas. De pelaje color crema, y marcas café oscuro en la punta de sus orejas y en sus patitas, ella bebía un batido de verduras esperando que apareciera alguien que contratara sus servicios.

Era una Soporte, una acompañante de aventureros. Cargaba con todas las cosas que se encontraban, lanzaba artefactos que producían estados alterados a las bestias (tirar bombas de espinas era su favorito) y además, tenía un equipo para hacer curaciones rápidas. Era una chica todo en uno, pero debido a ser una Biert, nadie la tomaba mucho en cuenta ya que en ojos de las demás razas, eran bocaditos más grandes, y los monstruos los veían en un plato y acompañados de ensalada.

Cuando se terminó el batido, se levantó de la sillita del rincón del bar "El Oso Roñoso" dispuesta a pedirse la última copa antes de echar a andar a recolectar hierbas medicinales de los alrededores. Las mesas de madera estaban todas marcadas por las armas tiradas descuidadamente encima, el piso de madera que, aunque limpio, siempre tenía una marca de cerveza o de hidromiel que no se salía (a veces era sangre, pero esas extrañamente nunca duraban mucho), las paredes de piedra llenas de antorchas apagadas a esta hora, trofeos de caza, un enorme tablón de anuncios eran una invitación a quedarse a pasar el rato. Llego a la barra y dio un saltito a una banquita, dejo el vaso encima y cuando iba a pedir otro, el tintineo de la campanilla de la puerta le llamo la atención. Había una cantidad de ruido sorprendente, pero ella tenía las mejores orejas de los Biert conejiles y en consecuencia, también tenía un sentido de la curiosidad que muchos podrían considerar problemático.

Cuando Plush giro su cabeza en busca del autor de aquel sonido, sus ojos se encontraron con una esbelta figura de una mujer, de rasgos redondeados pero elegantes, labios de un rojo oscuro que cualquier manzana envidiaría para sí, una piel pálida impoluta marcada solo por sus rosadas mejillas y un cabello castaño, largo hasta la mitad de la espalda y ondulado que enmarcaba aquel rostro que, solo era opacado por una mirada de vacío total.

La muchacha se acercó, llevándose detrás de si algunas miradas discretas, unas indiscretas y otras de "me la tiraría si no temiera que me matara primero". Llego a la barra y se sentó un par de sillas lejos de Plush, alzo la mano y la chica que atendía se le acerco inmediatamente.

-Por la boca de Dethiel, Danna, dijiste que vendrías en la noche a por el pedido. Distraer a la clientela no era parte del trato.

-Lo lamento Giselle, pero andaba con algo de tiempo libre, así que preferí pasar antes. ¿Tanto te incomoda mi presencia?

Giselle soltó un suspiro, se arregló su rizado y naranjo cabello en una coleta con la tirita de cuero y se apoyó en la barra una vez hecho esto.

-Sabes que a mí no me incomoda Danna, los dioses saben que no, pero resulta que me asaltaran a preguntas luego... -suspiro- eres una chica popular después de todo.... ¿Te sirvo lo de siempre?

-No, esta vez solo dame una bebida suave, tengo que empezar mi viaje y es malo estar entonada...

Plush se había quedado sin habla, igual que muchos hombres que se quedaron mirando a la chica, pero la conejita lo hacía por otro motivo. Danna era una Healer, la mejor Sanadora de toda Erithia (o eso decían), una mujer que podía salvar tu cuerpo aun si habías sido degollado, solamente con un encantamiento y 30 segundos para actuar. Rápida, eficiente, y sobre todo, lista. Grupos de varios lugares habían querido reclutarla, con sus habilidades, los estados alterados y la curación de Plush eran solo un juego de niños, todo porque Danna podía estar en un grupo peleando con un dragón y ninguno de ellos temería a la muerte porque ella los salvaría.

Debido a esto y mucho más, Plush dio un salto, casi tropezándose y se puso al lado de Danna, para decirle con voz lo suficientemente fuerte para ser escuchada por la healer.

-Quiero ser tu aprendiz


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