Parte 3.

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"-No me llames Nymphadora, Remus-protestó la joven bruja, estremeciéndose-. Me llamo Tonks."


Cuando tienes seis años la vida es mucho más fácil pero al ser tan joven no puedes apreciarlo correctamente, aun así Nymphadora Tonks se esforzaba porque cada día fuera inigualable.

Amaba a su papá y a su mamá, amaba que su papá le leyera antes de dormir y que su mamá le hicieran empanadas de calabaza, amaba poder cambiar su apariencia y hacer feliz con eso a los demás, amaba el chocolate y quería ser como su tío Sirius cuando fuera grande.

Para ella todo era risas y amor, sus padres se habían asegurado de que creciera así, por eso cuando conoció a un muchacho de tristes ojos miel la pequeña Dora –quien para entonces ya corregía a todos los que la llamaran por su nombre completo y no fueran su madre- sintió mucha intriga y un poco de lástima por él.

Su tío Sirius lo había llevado a casa por Navidad, su madre, Andrómeda, le había prometido un asado delicioso para cenar y él no había podido decirle que no a ello, menos después de que James le dijera que era la primera Navidad con su esposa y querían estar solos.

-Me echó como si fuera su perro, ¿puedes creerlo?-retó el muchacho de ojos grises. Su prima negó con la cabeza, divertida a medias, Sirius siempre había sido muy teatral.

-Trata de entenderlos, acaban de casarse, quieren estar solos-inquirió Andrómeda mientras agitaba su varita y hacia que la mesa se pusiera sola. La pequeña pelirrosa no les ponía toda su atención, miraba a Remus en la sala, intentando encontrar la razón por la que lucía tan desdichado.

Se acercó a Remus con cuidado, con timidez inusual en ella, y le dio un golpecito en el hombro. El hombre pareció regresar a la vida y le dirigió una sonrisa amable a la pequeña.

-Tú eres Nymphadora, ¿no es cierto?-las mejillas de la niña se colorearon de rojo.

-No, bueno sí, pero prefiero que me llamen Dora o Tonks-dijo con convicción, la timidez se le había ido por el enfado, ¿en que estaría pensando su madre al llamarla de esa manera?

-Dora, me agrada, yo soy Remus-le tendió su mano y ella la estrechó como si fuera un adulto.

-Me alegra conocerte Remus-se sentó a su lado en el sillón, balanceando las piernas-mi tío Sirius habla mucho de ti todo el tiempo, dice que fueron juntos a Hogwarts y que fueron amigos desde el primer día, que comes mucho chocolate y que te enojas si él se come una de tus ranas, también dice que eres muy aburrido y que te la pasas leyendo pero se compensa porque eres muy buena persona y muy inteligente, ¿es cierto?

Lo dijo todo a tal velocidad que Remus no pudo evitar sonreír abiertamente, quitándose de esa forma un poco de cansancio a su expresión.

-Algo de eso es verdad.

-¿Y entonces porque estás tan triste?-preguntó sin tapujos-¿por qué eres aburrido como dice el tío Sirius?

Remus vaciló al igual que su sonrisa, creía que después de todos esos años había aprendido a esconder sus emociones y a los únicos que no podía engañar era a sus amigos pero ahora venía esa pequeña niña a cuestionarle porque estaba triste, así de la nada.

Bien podía mentirle o decirle que eran cosas de adultos pero conocía bien esa mirada que llenaba sus ojos oscuros, era esa tozuda determinación de un Black de obtener siempre lo que quiere, y lo que ella quería era la verdad.

-Una de mis amigas murió hace poco y la extraño-dijo, manteniéndose ecuánime pero sintiendo como en su interior el dolor lo abatía otra vez.

La curiosidad en el rostro de Tonks desapareció dándole paso a algo parecido a la empatía, aunque era demasiado pequeña para saber lo que eso quería decir no lo era para sentirlo.

-Lo lamento, la querías mucho, ¿no es así?-Remus asintió-¿cómo se llamaba?

-Dorcas.

-Es un bonito nombre, ¿ella era bonita?-su curiosidad parecía crecer con cada cosa que Remus decía.

-Era hermosa-respondió-pero también era amable, inteligente, divertida y valiente, era muy valiente.

Tonks trató de imaginar a la chica y a su manera entendió porque Remus estaba tan triste.

-Estoy segura de que ella también te extraña allá donde está-acotó poniendo su pequeña manita en la de Remus. El hombre lobo asintió, reconfortado de una manera peculiar, a pesar de que no estaba acostumbrado a hablar de sus problemas y menos con una niña de seis años pero había algo en ella, una indescriptible amabilidad y sinceridad que hacía que los demás se sintieran mejor.

-Eres muy lista, Dora-alabó.

-Mi papá lo dice muy a menudo-presumió con orgullo-y también dice que seré una gran bruja porque nací con un don.

Su amigo ya le había contado sobre ello y fue entonces que Remus empezó a sentir intriga.

-Eres una metamorfomaga, ¿no es así?-Tonks asintió con una sonrisa aun mayor porque Remus lo había dicho con un deje de admiración-. ¿Puedes cambiar de apariencia a voluntad?

-Siempre, papá dice que soy muy joven y que es increíble que ya pueda hacerlo cada vez que quiera, como esto-dijo cerrando los ojos y con expresión de máxima concentración, cambiando su nariz por un pico de pato. Una risa escapó de Remus antes de que pudiera detenerla pero no era de burla, estaba maravillado, había leído sobre los metamorfomagos pero jamás había presenciado algo parecido. Animada por eso Tonks volvió a su forma original.

-Es maravilloso-espetó Remus, impresionado.

-¡Sí que lo es! Una vez asusté a un niño muggle que se burló de mis coletas-le contó en un susurro, mirando hacia su madre, temerosa de ser escuchada por ella-después de eso corre cada que me ve.

Remus negó riendo aun, eso era tan típico de Sirius, no cabía duda que eran familiares.

-Tu papá tiene razón, serás una bruja asombrosa-vaticinó-¿qué quieres ser cuando seas grande?

Tonks pareció pensárselo un segundo pero después afirmó con rotundidad:

-Quiero ser Auror.

-¿De verdad?-unas arrugas surcaron el ceño del hombre lobo-¿por qué?-no era muy común que niñas de seis años aspiraran a algo así.

-Porque así mamá y papá podrán estar tranquilos después de que yo atrape a los malos-contestó como si nada.

De todas las cosas que le había dicho esa fue, probablemente, una de las que más lo impresionó. Era obvio que Andrómeda y Ted se preocupaban porque Bellatrix estuviera ahí afuera, matando y torturando, sobre todo después de que las cosas empezaran a empeorar pero nunca pensó que alguien tan pequeña como Tonks lo tomara así.

-Estoy seguro de que serás una grandiosa Auror-dijo.

Tonks no pudo decir más pues su madre los llamó.

-La cena está lista, ve por tu padre Nymphadora.

-¡No me llames Nymphadora, madre!-exclamó molesta por su interrupción y su cabello se volvió de un color rojo brillante.

-¡No me hables así jovencita!-reprendió Andrómeda dejando los platos-y haz lo que te dije.

Enfurruñada, la niña obedeció y Sirius se sentó junto a Remus.

-¿Han tenido de que hablar?-preguntó llevando un pedazo de tarta en la mano.

-Ni te lo imaginas-dijo Remus con una sonrisa asomándose en su rostro.

Después de ese día, Tonks y Remus se vieron un par de veces más cuando Sirius llevaba a su amigo a comer ahí pero cuando lo peor de la lucha contra Voldemort llegó no hubo más tiempo para eso, Remus no pudo siquiera preverlo pero un día despertó y ya no tenía nada. Ni amigos, ni familia. No tenía a nadie.

Pasaron catorce años antes de que volviera a encontrarse con Tonks solo que esta ya no era una niña, era una hermosa, atolondrada y valiente joven de preciosos ojos oscuros que aún lo miraba con curiosidad y admiración que pronto se volvió algo más, algo que Remus no podía dejar que pasara. Trataba de alejarse de ella, actuando con condescendencia y haciendo como si no hubiera nada ahí pero ambos sabían que se mentía y que un día lo que sentía terminaría por alcanzarlo, entonces podría volverse a sincerar con ella, al igual que lo había hecho la primera vez.

Glimpses of  heaven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora