Era de madrugada, el sol aun no salia y el frió te erizaba la piel, el olor a café negro hacia contraste con lo salado del mar y su calor castigaba tu lengua si no tenias cuidado, el vapor entraba por los orificios nasales sacándote poco a poco de los sueños , las olas tocaban su canción meciéndose en una melodía de relajación y el murmullo de las ancianas despertando a los jóvenes, el tintinear de las tazas y las cucharas mezclando azúcar indicaba que ya era hora de partir. Aquella mañana 2 jóvenes y su abuelo fueron a buscar las redes con los peces, el agua estaba fría, ya al llegar a las rodillas comenzabas a titiritar del frio, no había estrellas, estaba la luna sola blanca y cada vez mas distante, los olas rompían en la orilla, el barco era pequeño y tenia varios años siendo la fuente de ingresos de aquella familia, el nombre que le habían dado se le borro con el tiempo y en su lugar tenia caracoles pegados a los costados, el adulto se subió primero y ayudo a los mas jóvenes a treparse, tiro de la cuerda una vez pero el motor no encendió, la enrollo rápidamente y al segundo intento encendió, los jóvenes estaban contentos, no podían esperar a ver las redes para ver que había quedado atrapado entre ellas.
Los niños pateaban el balón y se reían con tan solo verse las caras, aunque había alguien en el grupo que no encajaba muy bien, una niña que prefería los balones a las muñecas, prefería el lodo al maquillaje y siempre llevaba el pelo amarrado en un moño, todos en la localidad la querían, tenia un carácter fuerte, era muy buena en los deportes y los niños siempre peleaban por ver quien la tenia en su equipo, jugó con sus amigos hasta que la luz del sol se fue y se hizo lo suficientemente tarde como para que a todos les diese miedo jugar al escondite, de camino a su casa se puso a patear una lata, la llevo por todo el camino y sabia que el sonido molestaba a la gente, pero a ella no le importaba, nunca le había tenido miedo a los adultos, quería llegar a su casa a bañarse y cambiarse antes de que su madre llegara del trabajo, porque si la veía toda sucia podía regañarla y su madre era la única que podía hacerla llorar con regaños, escucho un siseo en la calle y al voltear vio a uno de los perreros (vendedores de hot dogs) de la zona. Este le ofreció uno y ella con gusto acepto, conversaron sobre cosas triviales y fútbol. Al terminar de comer le dijo que ya era de noche que se fuera a su casa de inmediato, la noche suele ser peligrosa para niñas de 7 años de edad, el la siguió con la mirada hasta que esta entro en el edificio de apartamentos donde vivía y luego se distrajo con un cliente que le pidió una hamburguesa.
El motor rugía y a lo lejos divisaron los flotadores de las redes, el anciano alargo su brazo hacia el agua y tomo un extremo de la red, pidió a los jóvenes ayuda para izarla al barco, el viento era fuerte pero el agua estaba calmada, la red iba entrando en el barco y se podían ver los peces aleteando desesperados al salir del agua, la mayoría eran muy pequeños y al entrar los liberaban, los jóvenes se estaban empezando a desilusionar, solo habían unos 4 peces que valían la pena, no iba a alcanzar para vender, uno de ellos se llevo las manos a la boca y dijo que algo olía muy mal, de repente la peste inundo todo el aire, olía muy mal, comenzaron a ver los alrededores pero no había nada visible, el olor se fue por unos minutos y ellos reanudaron sus tareas, atribuyeron aquello a un perro o un gato arrastrado por el río, varios peces grandes aparecieron en la red al ultimo momento y ya todos contentos se disponían a irse cuando vieron una extraña bolsa negra flotando en el manglar, colocaron el bote en dirección y al avanzar un poco, aquella podredumbre los aturdió de nuevo, el anciano tomo una rama del manglar y comenzó a picar la bolsa, con cada roce el olor se hacia mas intenso hasta que un rostro se asomo de entre los pliegues, uno de los jóvenes cayo al agua asustado.
El ultimo cliente del día se iba mascando chicles de menta y ella se disponía a guardar todo su stand para volver a casa, había sido un día bastante productivo, se vendió la mayoría de la mercancía, no era mucho lo que se ganaba vendiendo chucherías y cigarrillos en la calle pero al menos le daba para llevarle el pan a su hija y tenerla estudiando, para una madre de clase baja tener a su hija estudiando es la prioridad, todos los días le repetía el mismo sermón cuando la dejaba en la escuela, le decía que estudiara para que fuera alguien en la vida, su mayor miedo era que su hija terminara como ella. Se fue a casa pensando en todo el camino las cosas que debería dejar listas para el día siguiente, lavar la ropa, preparar el almuerzo, revisar si su hija hizo las tareas, tiro del pomo de la puerta pero este estaba cerrado con llave, aquello la incomodo un poco, su hija ya debería estar en casa, seria que entro y cerro con llave, abrió la puerta y vio que no habían señales de ella, siempre peleaban porque la niña dejaba el bolso sobre la mesa de comer, pero allí no había nada, fue a su cuarto y tampoco estaba, se asusto un poco y coloco una silla cerca de la puerta para regañarla por llegar tarde, pero pasaron un par de horas y seguía sin llegar, poco a poco siente como todos los vecinos van llegando del trabajo y comienza a interrogarlos uno por uno. Toca la puerta a su vecino y le pregunta si la ha visto, este le contesta que no, su aliento huele rancio y a alcohol, había estado bebiendo desde que ella se fue a trabajar, era un artesano que trabajaba tallando figuras en piedra, le pregunto a una vecina del piso de abajo y esta le dijo que tampoco la había visto, fueron con el perrero y este le dijo que la había visto entrar en el apartamento finalmente se decidieron por llamar a la policía.
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24 de Noviembre
HorrorUna historia real que causo furor en la isla donde vivo, esa historia que nos contaban para que nos fuéramos a casa temprano, esa historia que hizo tomar consciencia a los adultos y que convirtió a todos en sospechosos, uno de esos capítulos sobre l...