El sudor frío me recorre la nuca, mi cuerpo tensionado, resistiendo lo irresistible, se imponía frente a la multitud. A ambos lados de mi, se erguían mis camaradas, cada uno de nosotros sosteniendo firmemente el escudo, preparándonos para lo peor.
El aliento se me escapa.
La turba enfurecida avanza a paso lento pero seguro, las piedras impactaban contra los escudos.
Los blindados estacionados horizontalmente reducían la brecha que debíamos proteger, estar en la primera línea de defensa no es para cualquiera.
Me seco con el brazo derecho el sudor que recorre mi frente. Me afirmo al suelo, sujetando con fuerza mi escudo. No pasarían sobre mi.
Los manifestantes se acercaban lanzando piedras y palos a diestra y siniestra. Es impresionante la barbarie de la civilización, donde cualquier manifestación se transforma en una batalla campal tan solo con la presencia de un agitador. Los contingentes estaban cada vez más cerca, las piedras llovían con fiereza. Una de ellas rasga mi escudo. Trago saliva.
-¡Mantengan la posición! -la voz del comandante resuena en mis oídos, no hay orden de ataque, sólo debemos defender.
-¡Ya vienen! -comienzan los gritos de mis compañeros preocupados.
-¡Carajo, son demasiados! -Hijos de puta...
Se detienen a pocos metros de nosotros. El equipo comienza a afirmarse cuanto pueden contra el suelo. El peligro es inminente, cualquier pequeña brecha ocasionaría el desastre y la perdida de la posición, comenzarían a penetrar hostil tras hostil hasta que el muro de escudos sea tan inútil como soplar un incendio.
Tras un grito barbárico, los manifestantes arremeten contra nosotros. El impacto sobresalta a todo el escuadrón, nadie cae al primer choque. Comienzan los empujones.
-¡Firmes! -grito sin más. Aferrándome al suelo y devolviendo certeros escudazos a los desgraciados que amenazan nuestra vida.
Más atrás de los hombres y mujeres que golpean nuestros escudos, un grupo de protestantes protesta tiene una botella de vidrio en sus manos... Cócteles molotov...
-¡INCENDIARIA! -grito con todas mis fuerzas mientras trato de quitarme al bastardo que se agarra de mi escudo.
¡Permiso para contactar! -la orden fue emitida, se ha autorizado el uso de armas con proyectiles de goma. No muy eficaces pero espantan a las fieras.
Impactan los molotov sobre los vehículos, compañero es alcanzado por el fuego y cae su suelo rodando, vislumbro entre la multitud que retrocede a una civil herida contra una columna de un edificio. Mi compañero está grave pero es asistido rápidamente por el equipo médico. Tomo aire.
-Tengo que ayudar a esa joven. -Tiro el escudo al suelo y corro hacia la civil. Esquivando balas, piedraz, palos, combates cuerpo a cuerpo entre policías y manifestantes. Cada vez más cerca de ella.
Una piedra impacta en mi casco y este es destruido.
-Suerte que lo haya tenido puesto o ése era el fin de mi rescate improvisado... -pienso para mis adentros.
Me quito el destrozado caso y prosigo en mi carrera.
-¡Señorita¡ ¡¿Se encuentra bien?! -una joven rubia caucásica se encuentra sentada contra una columna, tomo su pulso... Afortunadamente hay pulsaciones. Los ojos marrones de la chica me dan una inexplicable paz interior...
De repente, veo en sus ojos el reflejo de un hombre a mis espaldas. Giro rápidamente pero no logro defenderme. El bastardo lleva puesta una máscara improvisada con su remera y me apuñala sin mediar palabra, caigo al suelo, la sangre brota de mi herida. El hijo de perra se abalanza sobre mi para dar el toque de gracia... -¿Es éste mi fin? -me pregunto por dentro...***
Me despierto sobresaltado en mi cama, jadeando en busca de calma. La transpiración cae de mi frente precipitadamente. Suena mi localizador.
"ALISTATE Y VEN A LA CENTRAL, HAY UNA MANIFESTACIÓN EN PROGRESO, NOS NECESITAN LISTOS CUANTO ANTES."