-¡SOS UN PENDEJO INÚTIL! -Su voz está repleta de odio e indignación.
-Te dije que no me di cuenta, fue sin querer. -Respondo con un hilo de voz, bajando la cabeza y cuidando cada una de mis palabras a pesar de que sé que no fue mi culpa y que sinceramente no me había percatado de aquello.
-¡¿NO VES QUE SOS UNA BASURA INSERVIBLE?! -El odio en su voz aumenta con cada palabra que sale de su boca, al parecer he usado palabras que no debía.
-Pero realmente no me percaté de que había pasado eso, perdón... -Casi inaudible pero la fiera frente a mi las ha escuchado demasiado bien y no le agrada en absoluto lo que acaba de escuchar.
-¿¡CÓMO MIERDA NO TE DISTE CUENTA, PELOTUDO?! -Sus ojos clavados en los míos hacen que deba posar la vista al suelo y lo veo parado frente a mi a tan pocos centímetros que siento su respiración en mi frente.
-Simplemente no me di cuenta, perdón... -Me limito a responder.
-¡PENDEJO IRRESPETUOSO! -Siento como su puño se estrella en mi estómago, el aire se escapa de mis pulmones por el impacto pero mantengo la compostura, parado y ahora firme y con la cabeza en alto, el castigo es hereditario y sé que no queda más que soportarlo.
Se queda expectante frente a mí, sorprendido de que no me haya tendido en el suelo ante tal brutal golpe, sonrío por dentro. Otro golpe impacta en mí, lo siento sobre mis costillas izquierdas pero el dolor no llega a mí, otra vez sorprendido de prepara para arremeter nuevamente. Ésta vez fue al rostro, la sangre baila en mi lengua pero me limito a tragarla y mantenerme firme en mi posición, asistente aguardando el próximo golpe. Un gancho izquierdo me levanta la mandíbula pero otra vez, no hay dolor... Sólo una pequeña punzada al corazón. Su mirada sigue fija en mi, frustrado por no haber podido derribarme, me mira con desprecio y se va de la habitación a la vez que grita.
-LIMPIA LA COCINA Y ANDA A DORMIR, ¡YA! -El dolor de aquellos golpes sigue sin venir a mi y me dispongo a cumplir con su orden. En medio del proceso... El dolor se hace presente y siento el labio inferior levemente hinchado. Llevo mis manos a él y mis dedos sienten sangre al contacto, mi amiga la Ira se hace presente. Entro en un transe de enojo más allá de los que viví éste último año, comparable tan sólo con el enojo que sentí al saber que ellos tampoco querían que estuviera junto a mi amada, a pesar de que tenían razón.