Made in the A.M.

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-Won't you stay 'til the A.M.? All my favourite conversations, always made in the A.M., yeah, yeah.

       El chico de cabellos rizados miraba de reojo al rubio a su lado más que a la película frente a ellos, era una noche igual a todas, tan monótona: películas, golosinas y ellos dos; pero ciertamente no se sentía como ayer, o antier, o ante antier, había algo flotando en el ambiente, casi palpable, al menos para él así era.
       Suspiró de forma imperceptible, y volvió sus ojos color esmeralda hacia la televisión, esa película era nueva, había salido unos meses atrás pero el rizado ya la había visto, era una película tipo documental de un viaje a Jerusalén y como su diversión terminaba cuando nephilims y cosas raras con alas comenzaban a salir a la ciudad. Si te lo contaban, la historia parecía ser buena, pero verla era diferente, no causaba terror. En cambio, el pequeño teñido -aunque mayor-, acercaba más su cuerpo al del castaño, tratando de no mostrar el miedo que sentía al ver a las cosas con alas. Alzó un poco la mirada, y tiró de la manga del más alto hasta que este le miró, alzando las cejas como diciendo "¿Qué pasa?".

       —Harry... creo que esta película es muy aburrida —murmuró con inseguridad, y luego, intentando hacerlo más creíble, soltó un bostezo—, creo que me iré a casa ya.

       Dicho esto, tomó un puñado de palomitas, los metió a su boca, y comenzó a caminar hacia la puerta. Harry no quería eso, por alguna razón quería tener a su lado por más tiempo al rubio que abría la puerta principal de su casa. Necesitaba tenerlo, era algo que sentía desde hace tiempo pero solo hasta ahora se permitía aceptar. Se apresuró hacia donde el rubio se encontraba, deteniéndolo de la manga, y tiró un poco de ella. El ojiazul le miró por un largo momento, notando la vulnerabilidad de Harry en su mirada, y algo en su pecho se removió, ansioso; también sintió cosquillitas en las yemas de los dedos, ansiando acariciar esas mejillas tan suaves que tenía, calmar sus preocupaciones con un abrazo, porque si, se moría de ganas de hacer eso y que Harry luciera así le daba una buena excusa para pasar sus brazos alrededor del torso del jirafón frente a él y apachurrarlo contra el propio. En momentos como este él desearía ser más alto que Harry, solo para poder acunarlo contra su pecho como si fuera un niño de tres años que acaba de rasparse la rodilla y necesita consuelo. Con un suspiro, el chico de los ojos azules pellizco la mejilla de Harry, y le sonrió con calidez

      —Hey, ¿qué pasa, Hazz? —casi susurró con aquel tono que emplea una madre cuando quiere calmar a su pequeño llorón.

       —No te quedarás hasta tarde? No quiero que te vayas aún. Es que, es que... la película me ha dado un poco de miedo, ¿a ti no? —tartamudeó— Harry de manera apresurada, algo aturdido por el toque de Niall contra su mejilla y sin darse cuenta de que su mentira estaba fallando, al final de cuentas, él nunca había aprendido a mentir—. Quédate un rato más, Niall, ¿por favor?

       Oh, Niall no podía negársele a alguien que usaba ese tono de voz tan lindo, era su mayor defecto; así que, en respuesta, cerró la puerta de la entrada, y llevó a Harry hasta el sofá con leves empujoncitos, se sentó a su lado, y le trepó las piernas, quitando la película con la excusa del miedo del ojiverde.

       —No, no me asustó en absoluto —mintió el teñido con seguridad, pues, en cambio de Harry, él sabía mentir muy bien, o como él lo llamaba: "ocultar las cosas privadas". Le guiñó un ojo al castaño, como presumiéndole, y comió un poco más de palomitas.

       —Y, ¿fabef? Me quedade a dofmih configo folo poh hoil —murmuró mientras masticaba, y después de pasar la comida, prosiguió—. Para que no tengas miedo esta noche, ¿vale?

       —¿Harías eso por mí? —susurró muy bajo Harry, tan bajo que Niall apenas y pudo escucharlo. Se rascó la nuca, se miró las manos, y al final miró al joven de piel pálida y mejillas rosas con timidez.

       —¡Claro que sí! Harry, dime que día me he negado a quedarme aquí, dime que día me voy a casa sin ropa tuya puesta, dime que día no hay ropa y cosas mías aquí y te diré que no, no haría eso por ti.

       Las palabras de Niall siempre terminaban haciendo sonreír a Harry, porque eran tan ciertas. Algo que Harry siempre tenía bien claro era que el rubio siempre encontraba palabras para hacerle sentir mejor, incluso en los momentos en los que Harry se ponía ridículo y sentimental, algo que ni Louis ni Liam podían hacer aunque también fueran sus mejores amigos, porque en Niall sonaba tan sincero y lleno de cariño que era imposible no sentirte bien después de oírlo. Sin más, se lanzó a los brazos del susodicho, y lo abrazó como nunca lo había abrazado antes, hundiendo la cara en su cuello, que encajaban perfectamente, y ambos lo sabían, Harry ya había hundido su cara en ese cuello antes: cuando a los seis años se animó a quitarle las llantitas entrenadoras a su bicicleta y se cayó de está, raspándose la rodilla. Niall le dio un abrazo, Harry hundió su cara en el cuello de su amigo, y ambos fueron por un helado después, Niall quedó muy contento cuando logró calmar a Harry, mirándolo con una tierna sonrisa mientras el pequeño castaño y no tan ruloso en ese entonces comía de su helado como su no hubiera un mañana. También, cuando rechazaron a al castaño por primera vez en secundaria, el simplemente fue y se ocultó en ese cuello tan cálido, el rubio volvió a abrazarlo, pero en ambos momentos, a los seis y a los trece, Harry siempre tuvo las manos caídas a sus costados, nunca lo había abrazado de aquella manera tan... especial. Después de un largo momento, Niall abrazó a Harry, pero su abrazo era más suave y cariñoso comparado con el efusivo e intenso del chico en su cuello. Este, escondido muy bien en la barbilla debajo de él, sonrió al sentir los brazos de su persona favorita, y se acurrucó más ahí, descubriendo una absoluta comodidad. Nadie sabe cuánto tiempo pasó, pero en algún momento, Harry simple y sencillamente alzó su cabeza, y plantó sus labios en los de un muy confundido Niall. El rubio no supo cómo reaccionar a la acción del castaño, que presionaba más sus labios contra él, como exigiéndole una respuesta, y él se la dio; separó sus labios, para luego apretarlos suavemente contra los rozados de Hazz, una y otra vez, lentamente, hasta que todas las preguntas que rondaban su cabeza desaparecieron, y fueron reemplazadas por miles de sentimientos que había tratado de guardar por mucho tiempo, los que nunca sintió por las pocas chicas que formaron parte de su relación amorosa. Sintió ese cosquilleo en el estómago, esa sensación de estar flotando, la calidez de su cuerpo pegado al de Harry, también la calidez en el cuerpo de este, y el deseo por llegar más allá de los besos tiernos, pero al mismo tiempo las ganas de solo quedarse ahí. Se decidió por quedarse besando a Harry aun cuando ya no tenían mucho aliento y el tomar aire entre besos se estaba volviendo casi imposible, ya que cada vez separaban menos sus labios y solo los apretaban una y otra vez, sin perder el ritmo. El ojiverde fue el primero en separarse al sentir sus pulmones arder, Niall abrió los ojos, dándose cuenta hasta ese momento de que los había cerrado, y fijó su vista en el Harry, que aún mantenía sus ojos cerrados, parecía estar reflexionando sobre lo sucedido, y el teñido solo rezó para que no se arrepintiera de lo que él mismo había hecho y lo echara a patadas de su casa. Cuando el castaño por fin abrió los ojos, en ellos se veía un brillo especial, acompañado de una sonrisa que comenzaba a florecer en sus labios hinchados. Pasó un dedo por el labio inferior del rubio, y este se estremeció por la caricia, cerrando los ojos nuevamente. La sonrisa de Harry se hizo más ancha al ver a su Niall -porque para él eso era a ahora, SU Niall- de esa forma, tan tierna, tan entregada, como si los toques del ojiverde fueran sagrados, como si fueran las manos de algún Dios mitológico pero no, solo era el tonto Harry que contaba chistes malos y que era tan educado con todo el mundo y no se quedaba callado cuando algo le molestaba. Después de ese beso Niall se sentía como si lo hubieran liberado de su prisión y es algo que estaba amando ahí mismo, bajo la mirada del chico que acababa de besarle minutos antes, sin poder creer aun lo que había pasado. Y el sueño de Harry se había hecho realidad, al fin había descubierto el sabor de los labios de Niall, que graciosamente sabían a palomitas y chocolate. Momentos después, aun sin decir palabra, Harry llevó a Niall hasta su habitación, donde durmieron plácidamente toda la noche y un poco más de la mañana. Niall ya no tenía miedo, no podía tenerlo estando abrazado al chico más increíble que había conocido en toda su vida, y Harry ya tenía lo que necesitaba, al rubio a su lado como si fueran solo ellos dos en el mundo y necesitasen del uno al otro para sobrevivir.

Narry. One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora