Las notas

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La chica se remueve en su asiento y se acomoda un insistente mechón rubio que se interpone en su visión detrás de la oreja. Toma un hondo respiro antes de hablar.

—Esta vaina es burda* de extraña, de verdad —dice al fin—. ¿Qué quieres saber?

—Cuéntame más de ti. ¿Qué tal si haces una presentación? Eso podría funcionar.

Ella alza una ceja ante esas palabras. Compone, entonces, una expresión seria, endereza su postura y cuadra los hombros.

—¿Algo así como si estuviera en los Alcohólicos Anónimos? ¡No, vale, qué fino**! Mira, sí, mi problema con la bebida comenzó como a los quince. No es que yo me exceda, es que tengo una resistencia terrible al alcohol y siempre termino volviéndome demasiaado mierda; tanto así que no puedo ni caminar dos pasos sin que mi vida corra peligro...

—Sí eres pendeja —la interrumpe su interlocutor, chasqueando la lengua—. Estamos aquí por las cartas, tienes que decirme algo sustancial sobre el tema. Muévete que no tenemos todo el día.

La chica sonríe, sus dientes están derechos y son tan blancos que casi brillan. Ortodoncia, creando sonrisas perfectas a cambio de tres traumáticos años de besos metálicos en la pubertad.

—Pues bien, me llamo Klaudia.

—Ajá. —Asiente él mientras coge su bolígrafo y comienza a escribir sobre una libreta cuadrada de espiral—. ¿Algo más que quisieras que sepan de ti, mamita?

—Esto... —Klaudia muerde su labio inferior y se lleva un dedo a la sien para darse golpecitos mecánicos. Al final junta las manos y con una expresión divertida, dice—: No te olvides de escribir que soy rubia y que tengo los ojos así como entre verde y marrón. Es un color oliva de lo más llamativo, a todo el mundo le encanta. Y estoy buenísima, por supuesto. No tengo muchas tetas, pero una mentira nunca está de más, ¿eh? Para atraer al público, ya sabes. Puedes describirme como «la rubia despampanante» y... ¿Por qué te ríes? ¿Estás anotando?

Hastiada, chasquea la lengua y se incorpora del lugar en el que estaba sentada. En menos de dos segundos está frente a su interlocutor y con un movimiento rápido le quita la libreta de las manos. El chico intenta quejarse, pero es muy tarde porque ella ya está leyendo en voz alta:

«Esa catira es una atorrante, una ególatra y para poner la torta está mandada a hacer. Definitivamente no es la protagonista que quisieras leer en una historia; pero qué carajos, es la que te vas a encontrar aquí. Una auténtica perra, esa es Claudia».

La aludida termina su discurso y le mira con el ceño fruncido. Da un poco de miedo: su rostro ha adquirido un color rojizo, sus ojos están entrecerrados y las fosas nasales se le ensanchan.

—¿¡Cómo te atreves!? —exclama con el tono de vozmás chillón de su repertorio—. Te estás comiendo la luz***, ¿me oíste? Es«Klaudia» ¡Con K, coño! ¡Se escribe con K!

*Muy extraña.

**Qué genial.

***Estás pasándote de la raya.

Klaudia con KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora