Contuvo el aliento tanto tiempo que casi se había olvidado de cómo se respiraba. De hecho, estar sin sus seres queridos la hacía recordar cada momento feliz que pasó con ellos y eso provocaba que le costase respirar. No podía hacerlo: no sin ellos.
Sin sus padres, sin Alya, sin Adrien, sin Chat noir...
Pero la misión era clara. Debía ir sola y nadie más podría acompañarla.
Puso una mano sobre su corazón, abriendo los ojos —¿cuándo los habría cerrado?— justo en el instante donde se sentía caer. Como si se hubiera tirado de un avión en paracaídas. Era excitante y... ¿qué?
—¡Tikki, transfórmame! —Gritó con los nervios a flor de piel. Su kwami reaccionó casi automáticamente, transformándola.
No tardó más de dos segundos en lanzar su yoyó al cielo y engancharlo en algún lugar seguro, pues con el pánico de caer había sido imposible fijarse en dónde amarrar su yoyó.
Por suerte—o quizás el destino—, consiguió sujetarlo en una chimenea no muy lejos de su 'posición'. Soltó un suspiro de alivio antes de caer rodando hacia el tejado de aquella casa. Desató su yoyó de la chimenea, obligándose a respirar hondo. Muy hondo.
Las preguntas empezaron a invadirla así que no tuvo más remedio que destransformarse y buscar algo de comida para Tikki porque... un momento. ¿Desde cuándo ella tenía un bolso con comida? Oh, vamos, ¡ni siquiera tenía bolso!
—Tikki, no te preocupes, buscaré algo para comer.
—¿Piensas transformarte otra vez? —Inquirió la pequeña criatura rosácea con una voz cansada.
Marinette negó con la cabeza, rezando porque no le hiciera falta. Al menos no en ese instante.
—Mejor, porque viajar al pasado cansa mucho y aún comiendo, creo que no podría hacer nada. Lo siento. —La peliazul acarició su cabeza calva, tratando de sonreír pero la inesperada aventura de hace un momento le impedía pensar en otra cosa que no fuesen preguntas.
—Tikki... ¿por qué no hemos aparecido en otro lugar más... seguro? ¡Oh, cielos! ¿Y si muero y no puedo volver a ver más a Adrien? ¡Se casaría con Chloe y yo no iría a la boda de Alya con Nino y...! —Su cabeza era un lío tremendo. Estaba exhausta y ni siquiera sabía dónde se encontraban.
—Bueno, es que hace mucho tiempo que no hago esto y... podrían habernos descubierto. Estamos en 1643, Marinette, tu ropa puede ser muy llamativa. —Tuvo que taparse la boca con ambas manos para tratar de ocultar la sorpresa.
¿¡1643!?
—Im... imposible. ¡No puede ser! ¿Qué hacemos en 1643? —Sostuvo su cabeza con ambas manos, tratando de pensar con claridad.
Lo peor de todo es que había gente con ropas extrañas que la miraban desde el pedregoso suelo, con millares de casas pegadas entre sí. Algunos murmuraban cosas que no lograba entender y otros le hacían señas para que bajara de ahí. ¡Como si fuera una suicida o algo peor!