¡La gran desvelación!

53 6 2
                                        

No, eso tenía que ser un error. 

En realidad, no lo era. Marinette estaba segura de que él era Chat Noir, aunque su traje negro y antifaz seguía sin convencerla. ¿Por qué estaba vestido como Chat Noir en vez de estar como una... persona normal?

Era todo demasiado raro pero... ¡eh! ¿Qué hacía Chat Noir en 1643?

—¿Chat Noir? —Murmuró sin demasiado convencimiento. No podía creer que de verdad estuviera ahí. ¡Ojalá hubiera estado Adrien en vez de él!

—Veo que me conocéis. —Le guiñó un ojo antes de hacer un aspaviento de manos. — Largaros. —Ordenó a los hombres de hojalata, que obedecieron inmediatamente.  

Una vez los hombres se hubieron marchado, Chat Noir se levantó del enorme trono donde estaba recostado. Tomó la mano de Marinette y la besó, propinándole un guiño.

La chica se estremeció, sin saber qué sentir primero: asco o curiosidad. La llamaba exactamente igual que cuando era LadyBug... ¿acaso sabría su verdadera identidad?

No, era imposible. 

Pero, de todas maneras, no entendía nada. ¿Por qué Chat Noir estaba... bueno, siendo tan Chat Noir?

—Os veo algo confundida. ¿De qué reino venís? —Puso ambos brazos entrecruzados bajo su cintura, paseándose por la extensa sala. De allí colgaban cuadros con reyes anteriores, retratos de él mismo u objetos importantes. Bueno, importantes para los reyes.

Espera, ¿qué demonios hacía Chat Noir de rey?

—Yo... vengo de... París. —Sin saber bien qué decir, optó por la opción más sencilla. Según sus libros de historia, París no existiría hasta muchísimo tiempo después. 

—¿Allí hablan mucho de mí? Porque habéis dicho mi nombre sin siquiera conocerme. —Giró sobre sus talones, volviendo a caminar. Esta vez, hacia Marinette.

—Sí... ¡Mucho! Hablan mucho, de ti, sí.

—¿Ti? ¿Así os dirigís al rey, my lady?

Marinette era un completo manojo de nervios. Sin ideas de qué hacer o decir, movió su mano de un lado a otro. Eso la ayudaba a pensar. 

Luego, alzó su vista hacia Chat Noir. Era todo demasiado confuso... ¿por qué era el rey? No, espera, ¿¡qué demonios hacía Chat Noir en 1643!?

—¡No! Qui-quiero decir... no, no sé. Yo... estoy algo confundida, ¡eso es todo! Emm... —Puso una mano en su nuca, demasiado alterada. — ¡Mi rey! O Chat Noir, eh...

—¿Y cómo os llamáis?

—¡M-Marinette!

—Un hermoso nombre para una bella flor. —Sonrió, pero no causó el efecto que esperaba en Marinette. Chat Noir alzó una ceja. A decir verdad, no terminaba de tragarse el cuento de que venía de otro reino. 

—¿Os quedaréis aquí mucho tiempo? Hay muchas habitaciones libres.

—¡No! Eh, quiero decir... Sí, claro, gracias. —No sabía qué hacer. Si lo rechazaba, puede que hubieran consecuencias terribles en el futuro pero... ¿y si aceptaba? Ojalá estuviera sola para poder hablar con Tikki.

El rey se levantó de su asiento, tomando la mano de Marinette con tanta delicadeza que llegó a sorprender a la peliazul. Mientras tanto, Tikki se removía sin saber qué pasaba.

—Pero antes, debéis saber que mi nombre no es Chat Noir.

Espera, ¿¡estaba a punto de revelarle su verdadera identidad!?

No, no sólo eso: ¡estaba a punto de quitarse esa máscara y decir su nombre!

Lo peor era que, cuando lo hizo, descubrió el gran parecido que tenía con Adrien.

—Podéis llamarme Félix. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 02, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EpiphanyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora