01_ Comienza la operación

557 28 9
                                    

A mis amigas, que siempre sacan lo mejor de mí.


Era como si no pudiese respirar. Los pulmones tenían vida propia y habían decidido no hacer su función, que a la vez era una función vital para mí. El O2, más conocido como aire, es necesario para un humano, pero ya no me sentía como uno. Mi cuerpo parecía flotar y pesar al mismo tiempo, y, según los conocimientos de la vida misma en general, eso no era muy común. Pero como he dicho, yo ya no me sentía normal. Nada es igual.
Hice el intento de mover las manos, como cuando estas dormida y pareces despierta, así. Pero con el mismo resultado, denegada la posibilidad de mover mi propio cuerpo. Lo único que sentía presente era el frío de donde se supone que debía estar.
Habían pasado unas cuantas horas, pues tenía hambre y el estómago (otra parte del cuerpo madrugadora) empezó a sonar como un gato cuando carece de mimos.
Vivos recuerdos pasaron por mi mente, recuerdos felices de mi lagartija, Jack, y de mí cuando tenía 7 años. Todos mis compañeros de clase me hacían la pregunta obvia; "¿Una lagartija?" o también; "¿Jack? ¿Cómo el de Piratas del Caribe?" Pero por aquel entonces, yo veía muy normal tener un reptil de mascota. Por aquel entonces. Ahora daría lo que fuera por irme de aquí y cojer a Jack para hacer sabe Dios qué.

Pero como he dicho, nada es igual.

Antes de enterrarme y sumergirme en la oscuridad, una cálida voz femenina me susurró.

"Ya casi hemos acabado, tranquila"

~T~

Me desperté por segunda vez en ese lugar, y seguía haciendo la misma temperatura. Como esperaba, todavía no podía mover ningún músculo voluntariamente, a excepción del corazón y demás. Pero pude abrir los ojos, y lo único que vi fue blanco, todo, absolutamente todo (a excepción de un espejo en la parte norte de la clara habitación), e incluso yo estaba blanca, mucho más blanca de lo normal. Hice el esfuerzo de intentar mover alguna parte de mi anatomía, mas no hubo mucho éxito. Sentía mi cuerpo cansado, agotado, como si hubiera corrido una maratón hace tan solo unos minutos, cosa bastante imposible pues mi cuerpo parecía de homigón. Sin embargo, el hecho de que no pudiera mover mi cuerpo, tumbado en una cama blanca también, o de que no recordara el sitio en cual estoy, no era lo más extraño. Lo más extraño es que veía bien. Puesto que llevo gafas con casi cinco dioptrias en cada ojo. Supuse que serían lentillas, pero nunca las había llevado antes.

Había silencio, demasiado para mi gusto, e incluso si se prestaba atención, se podría oír mis latidos. Pero ese silencio sepulcral se vio interrumpido por voces y pasos. Un ruido extraño apareció de la nada, y lo que era el espejo, se transformó en un simple cristal impoluto. Puesto que yo estaba tumbada en la cama, en la parte más profunda de la habitación y tenía que mirar hacia la izquierda para ver el cristal, no tuve más remedio que girar mis ojos lo máximo que pude para observar el cambio.

Había un hombre joven y corpulento, con el pelo oscuro, piel clara y ojos avellana. Estaba sosteniendo una libreta a cuadros, y parecía que quisiera romper el cristal con la mirada. Mantuvimos el contacto visual durante unos cuantos segundos, hasta que él apartó la vista y apuntó algo en su libreta con un bolígrafo Bic. Después de un segundo vistazo se fue caminando hacia la derecha. Dejándome aún más intrigada y con más dudas que antes. ¿Qué se supone que estoy haciendo aquí? ¿Dónde estoy? Y lo peor, ¿Para qué estoy aquí? Pero sabía que nadie iba a darme una respuesta por cada pregunta. Respiré hondo, y disfruté de la sensación de ver bien sin llevar una artefacto molesto en la cara que se ensucia día sí, y día también. No podría hacer nada más que pensar, mirar y respirar. Pasaron horas, y lo sabía por que empezaba a tener hambre, y por que me dedicaba a contar los segundos y minutos. Calculé dos horas mínimo, pero algo interrumpió mi cronómetro. El espejo seguía en forme de cristal, no sabía si era algo intencionado o se les había pasado por alto cerrarlo, pero por delante de él pasaron cuatro guardias (que lo supuse por las armas y el uniforme) intentado controlar a un chico mucho más alto y robusto que ellos que intentaba resistirse. Se movía con movimientos fuertes, ágiles y con rabia, mucha rabia. Sus ojos se encontraron con los míos curiosos, y pude decir que no tenía miedo, solo rabia y cabreo. Sus ojos eran especiales, con un nombre conocido como heterocromía . El ojo derecho marrón y el izquierdo azul cielo. Tenía el pelo rubio cenizo, y tenía un mono negro bajo el cuerpo trabajado. Y se podría decir que medía 1,90. Pero lo que más me sorprendió fue su mano. No estaba segura si era de metal o era un simple guante bastante realista. Perdí totalmente la visión de él y después vi como lo metía en una cápsula delante igual a la mía que juraría que antes no estaba. Seguía acompañado de los guardias, que empezaban a tener dificultades para sostenerlo, hasta que uno sacó una jeringuilla y se la clavó en su cuello. Eso pareció relajarlo o sedarlo, ya que cayó dormido al suelo. No pareció imporatrles a los guardias pues lo dejaron igual que como cayó. El mismo hombre que me observó horas atrás se acercó a mi cápsula e pulsó a saber qué botones que hicieron que la habitación se llenase de un ligero humo amarillo. Parecía mucho más cabreado que antes, pues dijo:

- Ya estoy hasta los cojones de todo esto.

Una calma inmensa comenzó a llenarme por completo, y mis ojos se fueron cerrando hasta llegar a un lugar completamente oscuro. No sin antes tener la última visión de un humo amarillo inoloro, y a mi queridísimo Jack, estuviese donde estuviese.



TestigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora