Sentir su tacto tibio y sereno bajo su pálida piel; le enloquecía.
Había esperado durante mucho tiempo el encontrarse de esa manera con Beom.
Muchos años llenos de un anhelo que parecía interminable, cuando le veía sonreír con dulzura hacía él; únicamente para él... y eso le enloquecía de una manera que parecía insana. Un sentimiento tan potente e irracional se instalaba en su cordura con poca clemencia, alborotando todo a su paso; un insensato temor que juraba propagarse en cada latente momento, en donde una cálida y apócrifa calma tomaba posesión de su cuerpo y mente.
Pero nadie podía culparlo.
No cuando lo único que le hacía permanecer con vida, era el pensamiento de que pronto podría ver a su pequeño una vez más. Cuando al despertarse, le vería acurrucado a su lado, apoyado completamente en él con absoluta confianza, aferrando con fuerza su camisa, como si temiera perderlo o que desapareciera de un momento a otro.
Y le dolía.
Porque el que se encuentre de esa forma, el que temiese tanto por su repentina pérdida, era únicamente por su culpa. Por no haber sido lo suficiente valiente en su momento, y aceptar abiertamente su creciente vínculo.
Por haberse dado cuenta demasiado tarde, de que realmente eso, le podría costar todos los años de su relación; cada momento y cada segundo compartido.
Pero ya no pretendía seguir fingiendo; no cuando el hacerlo, significaba el fin de todo...
Y en especial, el fin de su felicidad. De su deleitable sonrisa, aquella que lograba cautivarle y hacerlo suyo incondicionalmente; hasta el fin de sus días. Aquella que lo había encapsulado desde su primer contacto; desde la primera vez que sus ojos habían tenido el despótico placer de apreciar su aristocrática belleza.
Ni siquiera quería recordar aquéllos momentos. En donde en un acto de egoísmo, había decidido irse sin siquiera dar la cara ni mucho menos motivos. Dejando a un pequeño Beom destrozado; llorando sin consuelo, intentando aferrarse a lo poco que había quedado de él en su cuarto, y que hacía irreversible su presencia entre aquéllas cuatro paredes.
Beom jamás se había quitado su anillo. Aquél anillo que significaba el comienzo de todo y al mismo tiempo el fin de su poca valentía; el fin de su relación, y el comienzo de su nociva vida.
Del encuentro con su delirio.
Dos años y medio. Fue el tiempo en el que estuvieron separados por la culpa de su cobardía y desvarío. Por haberle abandonado a él, y haberse entregado por completo a una vida que había creído en su momento finalmente haber superado... pero que, en cada posible oportunidad, reaparecía, dispuesta a jamás ser olvidada.
Había calado tan profundo en él, en su cordura y calma, que hasta inclusive aún ahora temía nuevamente recaer.
Durante muchos años se había dejado sublevar por sus vehementes e inexorables sentimientos, pero ya no ansiaba su afección. Ya no impregnaba en él las ganas casi irrevocables de intentar dañarse desmesuradamente.
Él no quería... no cuando eso significaba no ver más a Beom. No quería pasar nuevamente tanto tiempo alejado de él; de su calor, de lo que el tenerlo cerca significaba para su débil sentir.
No sabía cuan fuerte se encontraba apretándolo entre sus brazos, hasta que escuchó un quejido y apreció a un revoltoso Beom refregar sus ojitos perezosamente, mirándolo con calma. Sus sabios ojos transmitían ser conocedores de lo que le estaba sucediendo.
Con delicadeza, lo envolvió en un acogedor abrazo, haciéndole sentir aquello que le repetía pacientemente cada día, y que sin dudas él sabía que le llegaba aún mas de esa forma, por como Tae lograba calmarse entre sus pequeños brazos, apoyado en su pecho; con tan solo escuchar a su corazón latir.
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지원 support -➽ taegyu.
Fanfic[Taegyu/Beomhyun]-➽ Donde Kang Tae-hyun padece el trastorno de PMD y Choi Beom-gyu es su soporte. ➷tomorrow x together [TXT]. ➷homosexual. ➷unique part. ➷15/06/2020.