ANGEL.

No solo humana.

Entré en casa, no estaba mi abuela y entonces me asusté mucho al ver que no se encontraba en casa, me empecé a relajar un poco ya que al principio pensé que le habría pasado algo pero luego ya recordé que no, que ella estaba bien, estaba ejerciendo de voluntaria en el centro.

Me senté en el sofá de casa, necesitaba ordenar mi cabeza, descansar, reflexionar, no todas las adolescentes del mundo encuentran esa clase de cosas todos los días, me puse la manta encima, mis ojos empezaron a cerrarse lentamente hasta sumirme en un profundo sueño del cual desperté varias horas después cuando sentí que la puerta de casa se abría, me desperté, me incorporé y vi que al fin mi abuela había llegado.

-¡Abuela!- grité desesperadamente.

-Niña, ¿cómo es que estás en casa a estas horas?

-Me encontré mal y tuve que venir- dije atropeyadamente- Abuela necesito que me aclares muchas cosas.

-Sabía que este día iba a llegar, bueno hija, la cosa es que a estas edades vuestras empezarás a sentir que tu cuerpo cambia....

-Abuela, tengo dieciséis años  ya se lo que pasa, gracias de todos modos, pero no son esa clase de dudas.

Le conté a mi abuela todo lo que me había pasado en el colegio, la presentación de clase, la imagen, mi marca, como me sentía hasta el momento y le pregunté que que explicación había para todo eso y en caso de que hubiese una decente que por qué no la sabía desde hace tiempo.

-Hija, mira te voy a explicar la historia. Tus padres, yo, tus bisabuelos hemos sido desde el comienzo de los tiempos pertenecientes a una estirpe de ángeles, de la cuál tus padres antes de morir eran los reyes, de ahí que vieras la imagen esa, ya que ese es un cuadro que pintó uno de los dibujantes más prósperos de el reino, tu abuelo Vhelo. Tus padres en realidad no murieron en una guerra o nada por lo parecido, bueno técnicamente sí, pero no fue en una guerra terrestre, sino que fue en una batalla de ángeles contra demonios. Al enterarme yo de la noticia, me convertí en la regenta de los ángeles hasta que la reina heredera, osease tú cumpliese la mayoría de edad. Entonces la verdad es que yo no soy una voluntaria en un centro de ayuda a ancianos, sino que cuando me voy es para ir al reino.

En ese momento mi cabeza estalló, ¿soy la princesa de los ángeles? Esto es imposible.

-¡¿QUÉ?! ¿Soy la heredera de un reino en el que hay personas con alas y me entero ahora?Abuela esto debería haberlo sabido antes, ¿tu sabes cómo me encuentro ahora mismo?

-Perfectamente, al igual que me sentí yo cuando me lo contaron tus bisabuelos, estás exhausta, asustada, preguntándote por qué todo esto te pasa a ti. Pero mira, algún día tenías que enterarte de esto. Yo pretendía contártelo, pero cuando tuvieras dieciocho años que ya pudieras gobernar.

-Abuela, tranquila lo entiendo.Tu me lo querías contar pero no tan pronto y no tenías la idea de que me fuera a enterar en el colegio de ello.

-Exacto. Gracias por tu comprensión Coral.

-Entonces, soy la legítima heredera al trono de los ángeles por lo que ahora soy la princesa, entonces, ¿cómo es que nunca he estado allí?

-Sí que estuviste allí, lo que pasa es que eras muy pequeña y ya no te acuerdas. Hasta dos años después de tu nacimiento estuvimos viviendo allí tus padres tú y yo, pero durante de la guerra, el rey de los demonios, es decir Satán mató a tus padres para hacerse el así con el reino de los ángeles, y ahí es cuando tu abuela entra en juego, derroté a Satán en una batalla en la que murió y quedó de rey de los infiernos su hermano Shalem, el que ahora te busca para vengarse de mí por matar a su hermano. Desde que supimos que te buscaba vinimos a vivir a la tierra.

-Quiero ir.

-¿Qué?¿Que quieres ir allí?

-Sí abuela, tarde o temprano tendré que saber como es ¿no?

-Está bien te llevaré.

Nos levantamos, fuimos a la habitación de mi abuela, ella abrió su armario y de el sacó una hoja de papel, cogió un mechero y prendió la hoja. Dijo unas palabras cuales.

-''En este fuego enemigo te pido yo, Nannah que nos lleves a la libertad.''

De repente un bucle de color dorado se formó en su habitación rodeado de una densa capa de nubecillas, ese bucle se abrió y nos absorbió a mi abuela y a mí.

No se cuanto tiempo pasó, pero aterrizamos en un lugar lleno de nubes por todos lados, era como Grecia, tenía edificios dorados y de mármol con muchas columnas y había casas, ángeles y cosas por todos los lados. Mi abuela me miró y me dijo:

-Coral, ven un momento.

Me cogió de la mano y me llevó a un callejón detrás de una farola dorada en la cual me miró me dijo unas palabras y mi ropa se convirtió en un precioso largo y fino vestido blanco, con una raja a un lado que dejaba al descubierto una pierna, el traje tenía un precioso cinturón dorado con la forma de dos alas que se unían en la parte de delante de mi cintura, los tirantes eran dorados de unían el uno al otro detrás de mi cuello lo que dejaba toda mi espalda al decubierto, mis zapatos eran preciosos, eran unas sandalias altas doradas, con tiras de diamantes y una lágrima de rubí blanco en el centro de unión de las tiras.

Mi abuela me llevó a un espejo que había en la calle y me vi, estaba preciosa, la cabeza me la rodeaba una tiara preciosa de flores y hojas doradas con diamantes incrustados en el centro de las flores. La sombra de mis ojos azules era dorada, lo que hacía que resaltaran. Miré a mi abuela y la dije.

-Abuela, eres la mejor.

-Sí, gracias, pero... ¿no te falta algo?

-¡Las alas!- dije entusiasmada.

-Exacto.

Mi abuela se puso detrás de mí, deslizó sus suaves manos por mi espalda y vi de repente que dos hermosas alas salían de mi espalda, eran blancas puras y muy bonitas.

-Son preciosas abuela, muchas gracias.

-De nada hija- me dijo mi abuela cogiéndome de la mano.

Comenzamos a andar por la calle y la pregunté hacia donde nos dirigíamos, me dijo que al palacio.

Cuando llegamos al supuesto palacio, había como una escalera de nubes la cual en la parte de arriba había dos grandes verjas doradas, subimos las escaleras y cuando llegamos justo delante de la verja ésta se abrió con un sonido melódico.