@2. Como la luz a los mosquitos

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A los dos días de hacerse la cuenta, Sam ya había conseguido una pequeña cantidad de seguidores, que por cierto, la hacían sentir como en el cielo.

Allí le prestaban atención, podía desahogarse en cualquier momento, y lo mejor de todo, se sentía querida, arropada y comprendida.

La brisa hizo que un mechón de su oscuro pelo le tapara la vista, y con sus delicados y veloces dedos lo retiró para dejarlo reposar detrás de su oreja.

Sam seguía en aquel banco, twiteando.

Ya hacia una semana y media que no asistía al instituto, justo el tiempo que llevaba en su ahora red social favorita. En tan solo ese pequeño lapso de tiempo había conseguido una media de 2,000 seguidores, una auténtica locura para ella, que era una novata integral.

Lo que escribía allí recibía más atención en cinco minutos, que ella misma en un día entero de su vida normal. Y como podéis comprender, sentirse tan querida se volvió una autentica adicción. Twitter ocupo el puesto número uno en sus prioridades.

Volviendo al presente. Cuando Sam se dio cuenta de la hora que marcaba la parte superior derecha de su móvil, (un Samsung sin mucho misterio) le dio un vuelco al corazón.

Hacia media hora que las clases habían acabado y por lo tanto, ella ya debería estar en casa, en la mesa, comiendo junto a sus padres.

Se guardó el móvil en el bolsillo trasero del pantalón, recogió su mochila del suelo y hecho a correr calle abajo hasta su casa.

En unos cinco minutos llegó, sudada y roja como un tomate.

Ah, también llegó casi sin aire. El deporte nunca había sido su fuerte.

"¿Dónde estabas? La comida lleva un buen rato en la mesa." Le espetó su madre nada más entrar por la puerta.

"Me he quedado hablando con el profesor de ciencias sobre un trabajo. Prefiero tener su opinión, ya sabes... Es él quien pone las notas" Respondió Sam rápida e inteligente. Quizá no iba al instituto pero si en algo era buena era en ser astuta, rápida y sigilosa como un zorro.

Cuando tuvo el estómago lleno subió a su habitación impaciente por explicar a sus seguidores que se había pasado de la hora y que casi la cazan haciendo pellas. Tenía ganas de interactuar con ellos, de leer como les había ido el día, si había algún tweet con el que identificarse con un favorito...

Se tiró en la cama con el móvil entre los dedos, dejando el largo y oscuro pelo caer por uno de los bordes. La habitación de Sam era el puro reflejo de su mente.

Colores pastel adornaban las paredes y las telas de su cama. Allá donde miraras había libros, libros, libros, libros por todas partes, le encantaba perderse entre las páginas y sus historias. Las fotos y pósteres de sus series favoritas cubrían parte de las paredes. Y oh, al fondo, justo al lado de la ventana, se encontraba su escritorio, donde reposaba su amado ordenador. Su universo estaba allí dentro. Y en su móvil, claro.

Los ojos de Sam empezaron a aguarse a los cinco minutos de tirarse en la cama.

"Quizá llevo demasiado tiempo mirando la pantalla" se dijo a si misma. Dejó el móvil en su mesilla, al alcance de su mano (por si sonaba algún pling y tenía que cogerlo rápidamente) y decidió ponerse a dormir.

Las sabanas de su cama olían a detergente, hay que decir que era un detergente que no olía a detergente, sino a una mezcla de lavanda con fresas. Le recordaba a su madre. Se acurrucó como un gato y cerró los ojos.

Sé lo que estaréis pensando. La vida de Sam nunca había sido demasiado apasionante ni entretenida como podéis comprobar. Simplemente como la de una chica antisocial y normal.

Cuando las sombras se apoderaron de su mente, cuando su cabeza empezaba a crear historias, cuando empezó a entrar en un sueño profundo.... El pling que ella presentía sonó.

Las sombras de su cabeza desaparecieron, como si fueran ciervos que huyen de lobos.

Lo miraré después pensó, e intentó seguir con su Fase Rem, pero algo le decía que aquel Pling no era uno cualquiera.

Pero ella tenía sueño y no quería abrir los ojos ni abandonar las sabanas que olían a lavanda y fresas.

Pero su cabeza le decía que era importante.

Y la cabeza manda.

Sam abrió los ojos a regañadientes y desbloqueó el móvil. La notificación era de un mensaje directo de... @datboyalone

¡Su primer mensaje directo! Era la primera vez que podía interactuar de manera privada con alguno de sus seguidores.

Abrió rápidamente la aplicación y abrió el mensaje.

"Hola Sam"

¿"Hola Sam"? Está bien, el saludo no era nada espectacular, pero era alguien que quería hablar con ella, ¡podría estar delante de su primer amigo virtual!

"Delante" metafóricamente, claro.

Antes de responder decidió visitar el perfil de... ¡Es un chico! Un chico en twitter. Normalmente las personas que estaban detrás de este tipo de cuentas eran chicas y Sam se quedó perpleja.

En el icono aparecían unas manos llenas de sangre que hicieron a Sam entrar arcadas. Y su biografía estaba vacía.

Quiso investigar entre sus tweets pero... No había ninguno. Todo era demasiado extraño. Pero a Sam le gustaban los misterios, y ese chico atrajo su atención como la luz a los mosquitos.

Pling

"Tu manera de escribir me repugna"

El mundo se cayó a sus pies en un solo instante.

Le acababa de llegar un segundo mensaje del chico misterioso y de algo estaba segura. No era alguien especialmente agradable.

¿Es que también iba a recibir burlas y odio aquí? ¡Precisamente entró para sentirse querida!

Sam se sentía incapaz de responder a eso. Sus veloces dedos estaban bloqueados. Ese idiota había herido su orgullo y lo había roto en pedazos. Justo como lo hace Sara en el instituto.

Pero esto no era el instituto... Y Sam no pensaba quedarse callada ni un solo segundo más.

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Capítulo dedicado a @croquetaloca <3

Twitter MadnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora