La semana siguiente de haberme graduado del instituto me encontraba leyendo mi libro preferido, de nuevo.
Hasta el momento lo que llevaba leído me había fascinado, como es de esperar. Desafortunadamente, mi concentración siempre me ha jugado en contra; siempre me desfavorece el tema de no poder estar haciendo una sola cosa por mucho tiempo.
Dejé el libro de lado y bajé de la cama, pero al momento en el que mis pies tocaron el suelo, me estremecí, amaba ir descalza, aunque este muy frío y pueda coger un resfriado.
Me levanté y me dirigí al largo espejo colgado en una de las paredes de la habitación.
Mi largo cabello rubio y suave como la seda se encontraba hecho todo un desastre.
Al ver que mi cabello parecía de paja, supe enseguida que no duraría ningún día más y era hora de lavarlo. Como me bañaría más tarde, preferí amarrarlo en una coleta alta.Mis ojos verdosos suelen brillar por la mañana, las pequeñas pecas en mi nariz un tanto respingada, conformaban mi rostro. Bostezo y emprendo marcha hacia la primera planta para luego dirigirme hacia la cocina, donde se encontraba mi pequeña familia desayunando.
Mi madre y mi hermano Max, de 5 años, muy orgulloso, pues ya utilizaba toda una mano para contar sus años.
—Hola, mamá. Hola Max –saludé sonriendo mientras me agacho y dejo que mi hermano salte encima mío y me abrace mientras me da un beso en la mejilla y se libra de mis brazos para volver a la mesa y continuar comiendo sus tostadas.
—Hola, Cassia. ¿Cómo amaneciste? –me preguntó mi madre mientras se secaba las manos mojadas con un feo y viejo paño de cocina.
—Dormí bastante bien, me desperté como hace media hora.
—Qué bueno –me dijo sonriendo seguido de un beso en la frente–Aprovechando que estás despierta y aquí en mi presencia, te cuento que la próxima semana viajamos a México.
—¿No era el próximo mes? –ella asintió mientras se sentaba en una silla de nuestro comedor.
—Sí, pero decidí que era mejor que estuviéramos allá todas las vacaciones.
Nosotros tenemos una casa en España a la que solemos ir dos veces al año aproximadamente.
—¡Genial! –me acerqué al tostador y revisé si había pan y para mi suerte si había— ¿Puedo salir con unos amigos hoy?
—Ya estás un poco grande como para que me preguntes eso; en poco tiempo cumples dieciocho –me recordó mientras reía y yo asentí feliz. El hecho de ser mayor de edad me gustaba, me gustaba la idea de no depender de nadie.
Mordí mi tostada y me senté en el taburete giratorio junto a mi hermano mientras él ya daba por terminada la suya.
—Vale, les voy a preguntar si quieren ir al cine –mi madre se levantó de su silla y se acercó a mi hermano para tomar el plato vacío para lavarlo.
—Me parece buena idea. –sonrió.
Al terminar mi tostada lavé mis trastos y me dirigí a mi habitación a mandarle un mensaje a mis amigos.
Abrí la puerta y me encontré con un gran desastre del que debía hacerme cargo.Largué un suspiro y comencé a recoger las prendas del suelo, debo mantener un poco más de orden aquí si no quiero vivir en un basurero cuando me vaya de casa.
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Midnight
RomanceCassia se va de vacaciones a México, a la playa, donde tiene una casa. ¿Qué sucede cuando vez por primera vez al vecino que siempre fue tu vecino? Surge un romance, que crece y crece. Pero algo se los impide y deciden tener una relación secreta, esc...