5

12K 379 21
                                    

Salí de la oficina de la psicóloga con la idea de terminar con esta horrible apuesta y tener mucho amor por estos días separados, así que corrí hacia la salida, debía ver a Matt. Lo busqué por todas partes hasta que una escena algo comprometedora me detuvo. Mi novio estaba cerca del oído de la zorra Elena, le hablaba coquetamente, se veía a lo lejos.

—Genial —Matt abrió los ojos como plato, ¡atrapado!

—Al, yo... —de alguna manera siento que estoy siendo engañada, aunque sé que Matt jamás podría hacerme algo así, ¿cierto?

—No tienes porqué darle explicaciones, ella es solo tu ex —sonrió la chica. Elena por amor a tu cara, cierra la boca.

—Cier... tie... toda... razón —tal vez solo era paranoica, me di la vuelta y caminé como si nada, al dar la vuelta corrí hacia donde mis pies quisieran.

Siento que Liana tiene toda la razón, claro que jamás le diré porque se burlaría en mi cara y luego me daría el amor que necesito. Pero soy inmadura, siempre lo he sido, sin embargo, esto supera a cualquiera. ¿Por qué soy tan dramática?

Mi auto me esperaba en el estacionamiento, así que con la rapidez de flash llegué a la puerta de mi auto, Matt corría hacia mí con su cara de terror, ¿qué hiciste Matthew Alexander Fox para mostrarme esa expresión?

—Es... cu... cha —me alcanzó antes de que pudiera subir a mi auto, él tomó aire y comenzó de nuevo—. No pasó absolutamente nada, te lo prometo —se veía realmente asustado. Por favor Matt, tu cara realmente no me ayuda.

—Esté bien, te creo, enserio —sonreí convincentemente. ¿A quién trato de engañar?

—Alena, creo que la apuesta debería terminar... —ya lo creo, amor mío.

Mi novio tenía toda la razón, debíamos terminar con esta estúpida tortura, pero mi boca actuó antes que mi cerebro. —Matt, no. Te amo demasiado, sin embargo, es por mí que hice la apuesta, dios, por favor, solo quedan tres semanas, cariño —mis cejas se juntaron mientras mis labios temblaban como si fuera a llorar, ¿voy a llorar?

—¿Aún no lo entiendes, ¿verdad? —¿De qué hablas, cariño? Mi mente pensó en muchas cosas—. Han pasado los años, sé que estás aturdida con todo esto, pero Alena, he estado enamorado de ti desde que tenía 7 años... —menos esto. ¿Eres tan idiota para pensar que salgo contigo porque sí?

—Matt, por favor —intenté acercarme.

—¡No, Alena! ¡Basta, me estás haciendo daño! —estamos haciéndonos daño, claramente. Pero el señor "solo yo sufro" quiere el protagonismo—. Bien, si quieres actuar como si no estuviéramos juntos es mejor no estarlo... —un nudo apretado apareció en mi garganta.


—No... —negué con mi cabeza mirándolo directamente a los ojos, muy asustada de que siguiera.

—¡Es oficial, hemos terminado! —su rostro estaba confuso, se veía triste pero furioso, su rostro estaba rojo, completamente; una lágrima rodó con dolor, se la secó de inmediato y me miró decidido—. Dejaremos la apuesta, no confías en mi amor y realmente sé que aún no me amas como lo hago yo —se dio una vuelta y se marchó, dejándome hecha pedazos. ¡¿Cómo te atreves a decir que no te amo?!

—Eso no es cierto —suspiré entrando a mi auto. Lágrimas llenas de dolor cayeron por mis mejillas.

Llegué a casa algo tarde, las luces estaban apagadas, pero el auto de Matt estaba, algo no andaba bien. Entré despacio, había algunas latas de cerveza vacías por todo el pasillo, abrí la puerta de nuestra habitación y Matt estaba bebiendo una botella de Jack Daniels, me miró, dios, se veía destrozado, yo estaba igual, le lloré a una señora, dijo que llamaría a la policía si no la soltaba. Mala persona.

—Matt... —interrumpí su sesión de bebidas con miedo.

—¿Qué haces aquí? —me habló entre sollozos—. Creí que irías a un bar, últimamente ese es tu hogar —golpe duro. Tiene toda la razón.

—Escucha, yo te amo, no puedo creer que sigas pensando que no, ¡Llevamos 6 años por el amor a Dios! Es estúpido que esté contigo porque sí —si hablamos con la verdad, jamás saldría con alguien porque estaba aburrida. Por favor, ¿quién saldría con alguien durante 6 años sin sentir nada?

—¿Por qué es la apuesta? ¿No confías en mí? —sus ojos brillaban por las lágrimas retenidas en sus lindos ojos.

—¿En ti? ¡Confío más en ti que en mí! —me acerqué y me senté junto a él.

—¿Qué es lo que te molesta? —miró sus manos y luego a mí, preocupado.

—Matt, tengo miedo... —abracé mis piernas mientras intentaba ordenar mis pensamientos.

—¿De qué? —sus lágrimas recorrían su rostro, era tan malditamente tierno.

—De mí, de dejarte ir porque soy una idiota, tu mereces a alguien hermosa, con la autoestima alto, pero no vanidosa, alguien igual a ti.

—Eres igual a mí, Alf —secó sus lágrimas y golpeó mi hombro.

—Algo, pero es por eso, no deberíamos ser iguales, los opuestos se atraen... —sonrió tristemente.

—Literalmente acabas de decir que debo buscar a alguien igual a mí, ¿tú no cuentas? —sonrió tratando de tranquilizarse— ¿Estás diciéndome que es mejor que quedemos como amigos? —negué rápidamente.

—Dame estas semanas, por favor, solo quiero despejar mi mente, quiero...Te amo, estúpido —golpeé su hombro con cariño.

—También te amo, Alf —me acercó a su pecho—. Extrañaré estar así contigo...

—Podemos estar así, dios, puedes decirme como quieras, no me importa, puedo tocar tus tatuajes...

—¿Puedo darte una nalgada? —rió.

—Bien... Solo no podemos besarnos o llegar al sexo.

—Espero que pierdas, cariño. Y pronto, porque no podré aguantar demasiado —me besó el cabello.

—Lo mismo digo, señor Matthew.

Nos quedamos abrazados por largo rato e incluso dormimos abrazados como antes, ¿por qué sigo con esta tonta apuesta?

Al día siguiente y más decidida que nunca creé un plan de 2 semanas para que Matt cayera en la tentación y perdiera, consiste en vestirme provocadoramente, no como una puta, pero verme ardiente, obviamente provocarlo con acciones "inocentes", tocarlo hasta el límite y por último coquetearle hasta ponerlo tenso. Una falda de tubo negra, una blusa roja, tacones altos (gracias a dios sé usar tacones porque me iría a la mierda con el plan si pareciera bambi aprendiendo a caminar). Me veía bien, nada de bien, estaba realmente candente, mi cabello estaba peinado, pero parecía que acababa de follar. Me senté frente al espejo y comencé a maquillarme, rubor, delineador, máscara de pestañas y mi amigo lápiz labial rojo intenso.

—Acabé... —mi mirada se perdió en el modelo que tenía frente a mis ojos.

—Cariño deberías cerrar esa linda boca, quien sabe que podría entrar ahí —cerré mi boca ruborizándome, punto para mi puto novio.

—¿Qué hay con ese nuevo estilo? —si estuvieran junto a mí, babearían conmigo, dios gracias por darme algo delicioso para mis ojos.

Matt estaba vestido con unos vaqueros negros, sé por experiencia que su trasero se hace notar, una camiseta ajustada blanca con negro y una chaqueta de cuero. Infaltable sus botas de motociclista.

—¿No te gusta? A mí me gusta el tuyo —levanté una ceja fijándome donde le había gustado mi vestimenta—. Te ves muy apuesto, Matt—caminé hacia él y me acerqué lo suficiente para sentir su erección en mi vientre.

—Sé que estás tramando —gimió—, pero no está resultando —le sonreí con sorna.

—¿De qué hablas, Matt? —mi mano se posó en su pecho, haciendo círculos en él, luego comenzó a descender.

—Me voy —su cara me decía que en cualquier momento ganaría la apuesta.

— ¿En qué sentido? —Matt me miró y negó riendo.

Salió rápido de casa y con diversión comencé a bailar. ¡Punto para la zorra Alena!

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora