All what you need. Niall Horan

~IV~

  Esto era una maravilla.
Niall tenía de todo en su cuarto, y una amplia cama en el centro. Tenía el leve presentimiento de que ninguna mujer había estado aquí antes. Pero a lo mejor me equivocaba.
Me lance en su amplia cama, incluso había un pequeño refrigerador allí y un microondas. Me encamine a él y abrí el refrigerador. Tenía botellas de agua y cerveza y unos 5 pedazos de pizza dentro de una bonita cantinita verde.
Tome dos pedazos y los metí en el microondas. Luego de un minuto estuvo caliente. No había platos por allí. ¿A caso comía Niall en las manos?
Hombres.
Tome los dos pedazos y una botella de agua. Me senté en el escritorio de Niall y me dispuse a comer y tomar agua.
Cuando termine me acerque a la puerta. Se escuchaba solo un poco de la conversación de Niall con el señor. Me aleje de allí y me acosté para esperar a Niall.
***

Abrí los ojos lentamente. Y aspire un rico olor. Era a perfume de hombre. Estaba en una cama de sabanas blancas y una habitación bastante bonita y moderna. Me gire lentamente. Niall estaba durmiendo a mi lado.
Su cabello estaba más alborotado que de costumbre. Serre los ojos pare finguir que aun dormía. Pero luego imágenes de mi padre vinieron a mi mente.
Abrí los ojos y me Sali de la cama, entre a su baño y me lave los dientes con un cepillo de los sin usar que habia. Luego Sali. Tenía que llegar a mi trabajo cuanto antes.
Hoy regresaba Martin.
Suspire pesadamente mientras intentaba arreglarme lo mejor que podía para marcharme y darme una ducha en casa.
––¿Te vas?
Pregunto una voz ronca detrás de mi. Me gire, Niall estaba bostezando en la cama ya sentado. La sabana resbaló dejando ver su pecho.
––Anoche...
––Cuando termine de la reunión entre y estabas dormida. Solo te quite los zapatos para que durmieras un poco más cómoda.
––Gracias.
––Claro.
Un ligero silencio se planto entre nosotros.
––Ya tengo que irme.
––Claro. Oye...
––¿Si?
––Puedo... ya sabes, llamarte y así vernos otro día.
––Sí, me parece bien.
***
Morlen salió corriendo desde la puerta de su habitación, llevaba su uniforme de la escuela puesto y ya lista. Me abrazo fuertemente y sonreí.
––Nena, ¿Cómo estás?
––Bien.
Ella sonrió mostrando sus hoyuelos a cada lado de sus mejillas.
––Pronto cumples 10, ¿Qué quieres de regalo?
––¡TUS ZAPATOS ROSAS!
––Nah, te dare algo mejor.
––¿Dónde están las niñas?
––Durmiendo.
Morlen y yo nos habíamos vuelto muy unidas, en realidad siempre lo fuimos. Desde que nació estaba bajo mi cuidado ya que mamá trabajaba y su esposo también, es decir mi padre, aunque no lo considero eso.
Ni siquiera fui a la escuela por estar a cargo de Morlen. Después de los 10 años jamás volví a pisar una escuela. Luego vinieron las gemelas, Ana y Ann. Que ahora tienen 8 años.
Luego sucedió lo inevitable, y ahora solo estamos nosotras 4 en este mundo. Es bueno saber que mi padre ya no está, pero a mamá la extrañamos infinitamente.