Capítulo 1

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Un grito se construyó en la parte baja de mi garganta y subió hasta que un gran grito de guerra salió de mi boca. Levante mi espada y le corte la cabeza a un minotauro que estaba frente a mí, un centauro atacaba a uno de los de guardias y corrí a su ayuda mientras le cortaba la cabeza a una esfinge que se metía en mi camino y atravesaba el corazón de otro minotauro que intentaba atacar por la espalda a otro guardia, al llegar a donde estaba el centauro de un salto me subí en su lomo y de un movimiento su cabeza se desprendió de su cuerpo y rodo a un lado, mientras su cuerpo se desplomaba a un lado, salte para no caer aplastada por el cuerpo y aterrice a un lado del mal herido guardia. Con una orden mental el cuerpo de guardia comenzó a flotar dirigiendo al otro lado de la muralla donde los Beis esperaban a los heridos para sanarlos.

Seguí cortando cabezas de minotauros, centauros y esfinges hasta que solo quedaron los cuerpos decapitados de los monstros y jadeantes guerreros.

Esto era para lo que me había preparado toda mi vida, para luchar y proteger al reino de Luz, era todo lo que sabía hacer, usar mis habilidades y cuerpo para liderar las batallas más sangrientas que se han visto y vencer. Era la generala, todas las tropas de todos los reinos incluidos los de la capital obedecían mis órdenes desde que tengo dieciséis años, es decir, hace cuatro años.

Nadie podía vencerme en una lucha mano a mano y mucho menos en una lucha con armas, absolutamente NADIE! Cosa que hacia hervir al rey Cobre, las pocas veces que lo había visto me miraba por encima de sus hombros y yo por ser la generala más madura de todas señalabas las medallas que colgaban de mi traje formal, las que me identificaban como la única y la generala de rango más alto de todos. Había escuchando rumores de mis guardias sobre que el rey Cobre estaba entrenando a su hijo para colocarlo al frente de sus tropas pero por los dioses! Lo más seguro es que partiera por la mitad a ese niño mimado como a una ramita si nos hacían luchar.

Nací para luchar (o al menos eso me hablan dicho) y no iba a dejar que un principito me quitara el puesto por el cual había luchado desde que tenia memoria, mi memoria era fotográfica al igual que la de todos pero la de los demás se desarrollaba a partir de los cinco años pero yo recordaba todo desde que tengo dos años y los dos años anteriores son borrones, recuerdo pequeñas cosas, como unos cálidos ojos negros (ese es mi primer recuerdo que tengo, así que pienso que eso fue lo primero que vi al nacer o al abrir los ojos por primera vez) a un hombre de ojos crema, la muralla del lado oscuro y otras cosas pero son como fotos..

-Generala Bale- me llamo un guardia que venía trotando desde el lado de luz de la muralla, su traje azul oscuro con una franja de color dorado estaba intacto, eso quería decir que formaba parte de los refuerzos pero a ellos casi nunca lo necesitábamos ya que los monstros nunca atacaban las cinco razas juntas, ni en cantidades mayores a los quinientos y ya que mis tropas principales estaban bien entrenados y bien equipados no necesitábamos mas de cien hombres para acabar con ellos. Al llegar frente a mi me saludo (todos en el reino, hasta los reyes sabían que para dirigirse a mi tenían que saludarme con el debido respeto que merecía la generala, además de que el saludo militar no tenia mucha ciencia y hablaba mucho sobre el respeto que se le tenia a un superior y claro nadie quería que la generala con la marca blanca derramara su furia en el) y yo asentí dándole permiso para hablar- El rey Celeste a convocado a una reunión de ultima hora en el palacio de la capital, la esperan a usted para comenzar con la reunión.

Genial! Después de una pelea me gustaba salir a correr y entrenar un poco, no ir a sentarme junto a una docena de pijos que hablaban sobre los problemas de los reinos, sobre las alcantarillas tapadas y sobre otro montón de estupideces que me desesperaban.

Ya irritada al saber que tendría que reunirme con los reyes camine sin decirle una palabra al guardia.

Cruce la muralla hasta estar en el lado del reino Luz, había carpas para atender a los heridos y curar hasta el más mínimo rasguño, cosa de lo que se encargaría los Beis ya que ellos tenían el poder de sanar lo que fuera, una mujer joven de ojos color beis y un uniforme de color blanco con una franja Beis que la identificaba como a una de las sanadoras se detuvo frente a mí y me saludo con lo que fue mal saludo militar pero bueno la intención es lo que cuenta y al fin era una sanadora no una guardia, por lo menos no comenzó a hablar hasta que yo asentí así que sabía lo que tenía que hacer pero no le enseñaron a saludar bien.

Ojos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora