Capítulo 1 El comienzo del viaje

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—Silencio, posiblemente sean varios, —Hizo una seña para que guardara silencio— no logro verlos bien pero, no será problema, estoy seguro de que son los que están un poco ciegos y lentos.

—¿qué vamos a hacer?, tengo miedo.

—tranquila tu solo asísteme, seguro puedo con tres antes de verme rodeado, solo tienes que dispararles desde lejos vamos, bajemos las escaleras esa es la única salida y tarde o temprano tendremos que enfrentar, a esos zombis.

Ambos bajaron por las escaleras, el edificio era una bodega de dos pisos, desde el descanso de la escalera poco antes de bajar ya se escuchaban los ruidos de las criaturas, Jorge se asomó con el rabillo del ojo y los pudo ver con claridad: eran cinco, todos cerca de la puerta listos para matar todo lo que estuviera vivo.

Cuando bajaron el chico grito para llamar su atención y como esperaba todos se lanzaron en estampida empujándose y gruñendo, un zombi estuvo a un metro de distancia cuando su cabeza fue cortada de un solo tajo, un instante después Jorge blandía hacia el otro cortándole el cuello, un tercero arremetió contra el pero, ya tenía su escudo cubriéndolo y reteniendo a los tres restantes.

Yazmín dio dos disparos para derribar al zombi que estaba rodeándolo, Jorge dio una estocada y atravesó el pecho de uno de los zombis y otro tajo más sobre su cuello, solo quedaba uno de ellos forcejeando contra el escudo mordiéndolo y arañándolo; no fue difícil clavarle la espada en la cabeza como si de un coco se tratara.

Poco tardaron en deshacerse de ese pequeño grupo de zombis, haber ido a ese almacén valió la pena, lograron rescatar algunas latas de comida y pan de los loquer de los trabajadores que algún día laboraron ahí.

—De acuerdo vamos a comer algo de lo que conseguimos, estar 12 horas sin comer no es nada agradable.

—No sé qué pensaría el sujeto que era dueño de todo esto, —dijo la chica mientras miraba el botín— digo tener una despensa en tu loquer, que tipo más raro, quizá lo tenían a dieta en su casa y aquí comía como huerfano .

—Vamos come tan solo tenemos 10 minutos para salir de aquí, iremos sobre la avenida buscando rastro de algún otro sobreviviente.

Hacía bastante calor, estaban cansados llevaban días sin descanso solo deteniéndose para comer y claro para esconderse, pronto tendrían que ir a buscar más alimentos no era seguro cuándo llegarían a su destino y se terminaban las provisiones casi todo lo que iban hallando lo comían en ese momento y si era mucho guardaban un poco.

—Vamos apura el paso tenemos que salir pronto de esta avenida no es seguro ir en medio de la calle, bordemos por este lado donde da la sombra.

—Sí, si ya voy Jorge que no vez que apenas puedo con mi alma, y aun así tengo que cargar con esta pesada bolsa —señalo un saco de cuero que llevaba en la espalda—.

—Yazmín, ya no te quejes tu bolsa está casi vacía, o si prefieres cargar con mi bolsa perfecto te la cambio, la mía aún tiene como 3 litros de agua sin contar las armas, la tuya solo tiene un par de latas de comida, el pan y ropa tuya que no sé para qué demonios la quieres.

—Bueno a mí me gusta ir bien vestida sin sangre ni sudor encima, pero tú -hizo una pausa para mirarlo-

A ti te encanta estar lleno de sangre, sudor y tierra además cuando piensas quitarte ese equipo que traes puesto, ¿No te da pena traer falda?

—Se llama campestrana, no es falda -el chico la miraba con algo de enojo- bueno es uno de sus nombres, pero no es falda, además no te gustan mis piernas -le guiño un ojo y se tocó la pierda derecha mientras hacía fuerza con la misma para que se le marcara más.

Un gladiador en el ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora