Prólogo.

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Puedo llamar a esto confianza, quizá más de la que debería permitirme. No es que nunca haya confiado en mi viejo amigo, no es que dudé de el ahora, pero cuando la esperanza parece tan lejana, me temo que debo hesitar por mucho más tiempo sobre la línea en la vida y la muerte.

Puedo quedarme y luchar por una causa perdida. O puedo marcharme y rescatar lo que puede salvarnos, incluso si implica algunos sacrificios que no tengo que mencionarte, algún día sabrás de lo que te estoy hablando.

Escogí la segunda opción. Durante años, no estoy seguro de cuantos, de mi hablarán como un cobarde, y desearía que tú, a diferencia de ellos, no pensarás eso de mi. Sin embargo sé que la soledad te abrazará pronto, y vas a rendirte. No te preocupes, aquello a mi no me va a suceder; no me importa si tengo que perder todo lo que me queda para regresar a casa, para regresar a ti.

Marcharme, aun con todo este peso sobre mis hombros, es elección propia, es un deber.

Deseame suerte en 

Los Rastreadores (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora