Un viaje diferente.

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Simplemente las cosas más pequeñas o sencillas pueden cambiar toda tu vida, y ahí estaba yo, en ese pequeño mesón tomando un café caliente y un pan relleno de chocolate. 

Ese restaurante se estaba llevando a la historia todos mis pensamientos. Agradezco tener un chófer tan misericordioso que hizo una parada para que comiera antes de llegar a la casa porque según él, no sé con que me conseguiría allá.

Estaba hojeando una revista de los sitios más hermosos de Canadá y me llene del deseo de quedarme viviendo aquí para el resto de mi vida apenas saliera de esta tormenta. Si mi mama estuviera aquí...-Solo pensé un segundo y bastó para que mis ojos ardieran por contener las lagrimas y mi garganta se llenara de un nudo que causaba dolor. Restregué mis ojos y tome el último sorbo de café para tomar mi cartera y retirarme al auto.

-Te traje un capuchino -Sonreí a Joseph y abrí el libro de Paulo Coelho "Aleph".

"La soledad se convirtió en un vicio"...

Aún no sabía nada de Griss y sentía que todo iba a empeorar. Solo quería que mi papa se diera cuenta de lo mucho que lo necesitaba por más cosas que hubiera hecho para arruinar mi vida.

30 minutos después me encontraba estacionada en un lugar que parecía más un colegio británico que una casa para chicos con problemas. Una entrada como la de un palacio con dos pequeñas casas para 4 guardias al rededor, cámaras por todos lados, una subida como si de una montaña se hablara y al llegar una entrada para carros rodeada de puro césped recién mojado y un olor a tierra que era suficiente como para que todo aquel que estuviera ahí se diera cuenta que acababan de regar las matas. Había un enorme campus que se notaba a un poco lejos, con una cancha de tennis, unos comedores y la bandera más grande de Canadá que había visto. A lo lejos se veían unos arboles grandes, cualquiera entendía que era la entrada a un bosque.

Pocos minutos después entendí que me había quedado analizando todo mientras tenía a una de las asistentes y la jefa mayor a mi lado tratando de dirigirme la palabra.

-¿Qué le sucede? -La jefa mirada desconcertada a Joseph mientras él solo hacía gestos sin entender porque yo no reaccionaba.

-Disculpe -Parpadeé varias veces y tome su mano estrechándola con brusquedad y una sonrisa de oreja a oreja.

Lo que menos quería era que tuvieran la idea de que era problemática y menos si no sabían las intenciones por las cuales hice lo que me  terminó dejando aquí.

-Puedes ir a la entrada, ahí se encuentra la recepcionista para tomar todas tus maletas, papeles y dejarte la llave de tu habitación, Luego puedes darte una vuelta, mañana comenzarás a tener unos talleres que le damos a todos para sanar la raíz de sus problemas y que se vayan de aquí siendo mejores personas, ¡Bienvenida a Tourchstown!

Sonrío y se dio media vuelta para tomar su teléfono, contestar una llamada y desaparecer con su asistente la cual llevaba unas 20 carpetas sin poder sostener muy bien por el peso.

-Bueno Joseph, nos vemos probablemente en un largo tiempo -Sonreí con un poco de tristeza y lo abracé.

-No le digas a tu papa que te comenté pero no me iré, me quedaré en una de sus casas para estar pendiente de tus necesidades, nos vemos en unos días. Tenemos que visitar esos sitios que veías en tu revista -Me vio con aire amable y entro al coche.

Estaba contenta pero cuando voltee y vi la gran entrada a lo que pienso que es el infierno sentí un vacío en mi estomago, veía a las chicas con un uniforme sentadas o pasando agarradas de mano por el campus mientras reían y solo hacía que yo me sintiera más sola. ¿Dónde estás Griss?

Estaba subiendo por las escaleras al intentar tomar el ascensor y encontrarme a una pareja besándose y a la chica la falda hacia arriba mostrando como Dios la trajo al mundo. Algo perturbador que mi mente no sacaba. Al llegar al segundo piso me dirigí al pasillo derecho y al final había una puerta inmensa, yo aún no entendía porque mis llaves tenían el mismo número que esa puerta, seguro mi papa me había mandado a un calabozo o algo así, caminé mientras que veía las puertas de todo el pasillo abrirse y ver a chicas asomadas a ver quien era la dueña de ese cuarto, algunas miraban con asco, otras con ganas, algunas solo se le notaba la intriga a medias.

Hice caso omiso, baje la cara al sentir un calor recorrerme y sentir mis mejillas ruborizarse ante tantas miradas en mi, odio ese tipo de cosas. Caminé y al llegar abrí la puerta y sin aún subir la cara cerré la puerta de una vez para evitar murmullos por parte de mis vecinas. Subí los ojos y vi prácticamente una casa. Una cama matrimonial con un cubrecama dorado con un blanco como el que encuentras en el cielo. Ventanas inmensas con vista a cada espacio de toda la casa hogar adornadas con cortinas negras. Un candelabro gigante alumbrando todo el cuarto, alfombras, dos mesitas de noche en cada lado de la cama y un teléfono en una de ellas, en el otro un boll de vidrio con chucherías en él. Una biblioteca pequeña, 3 muebles blancos, uno al frente de la cama y los otros dos de frente. Unos dos escalones para llegar a la cocina de mármol con su nevera, y todos los utensilios. Al lado del cuarto había una puerta la cual te dirigía al baño, un jacuzzi, una tina, todo hermoso. Mis ojos no podían creer el lugar tan perfecto que veían. Respire hondo ante tal tranquilidad, tome un bombón que se encontraba en el boll y me dirigí a la cocina para prender un incienso de naranja. Vi un radio en la cocina así que lo prendí para luego caminar hacia el teléfono y llamar a Griss.

-¿Aló? 

-¡Amiga! Estoy llegando a Tourchstown cuando esté ahí subo, ¿Cuál habitación te toco? 

-La 106, te espero.

Colgué y me recosté en la cama para leer la revista lo cual sería caso omiso porque la impresión que tenía con respecto a mi cuarto era grande.

Revisé mi teléfono y no encontré nada interesante así que solo me acosté para quedarme dormida después de tal viaje.

Un ruido me despertó ya a las 6:30 pm y cuando me asome a ver quien era había un chico catire ahí lo cual despertó mi duda.


No me digas que me amas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora