Pequeña historia.

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Estaba cansada de escuchar los murmullos de Griss con respecto a la identidad de cada quien.

"Esta es una ramera, este es un come gatos, este es el más guapo..."

Suspiré ante tales oraciones que no hacían más que sacarme de mi zona de confort. Solo podía pensar en aquel chico, Gabriel, vaya que guapo, que misterioso...

-¡Liza! ¿Puedes responder mi pregunta? -Griss frunció el ceño y alzó la voz disgustada. Yo seguía en los labios y sonrisa de Gabriel.

-Disculpa, tengo que irme, saltaré mi primera clase creo que necesito un respiro.

Estaba agobiada, el hecho de que un nuevo chico permanezca en mis pensamientos no deshace el remordimiento y decepción que se haya en mi corazón gracias a mi papa. En el amor solo he tenido un flechazo, su brazo sobre mis hombros, acompañados de una mirada color miel y otros particulares placeres, una caricia en mis mejillas y unos labios rojos ardientes, brillantes sobre la comisura de mi boca. Tardes como si de un libro romántico se tratara, acostados viendo películas, mi cabeza sobre su pecho continuas a dos dedos rozando mi espalda, su rara mañana a oler mi cabello. Escuchar su corazón palpitar tan rápido, su respiración tan débil, y una película jamás vista. No había necesidad de compartir un beso, ya sentíamos el cielo en nuestras manos al rozarnos. Subir mi mirada, ver como ya me detallaba y reposar mis labios sobre su boca, dándole de esos besos que me volteaban el estomago.

Cuándo mi madre murió estuvo hasta el último día secando mis lagrimas, hacía cualquier cosa por él, pero en esos momentos, me bajo una estrella por cada detalle que me regalo en la neblina. 

Mi padre se estaba perdiendo totalmente, y mis sentimientos iban dirigidos hacia un vacío con una gran profundidad. Un gran silencio llenó la casa para todos los que trabajaban y compartían con ella. Yo estaba sin dirección, amaba llegar a casa y verla sonriendo, haciendo café para ella y té de limón con miel para mi, sentarnos, contarle sobre él, mi maravilloso primer amor. Solía contarme con un sonrisa de esquina a esquina como mi papa le regalo un ramo de margaritas apenas la vio y una delicada nota con aroma que llevaba el mensaje dé.

"Conocerte será un placer para mi".

Sonreí pero sentí un nudo en mi garganta, estoy demasiado herida, los recuerdos se convierten en tormentas, un momento me lleva a otro y cuando me doy cuenta no puedo aguantar la depresión que y habita hasta en mis venas. Puedo estar feliz, Gabriel me ha motivado, tal vez por mis hormonas, pero pensar en él me lleva a Connor, quien tiene encadenado a cada sentimiento y recuerdo pasado una bonita sonrisa de mi madre. Era verdad, necesitaba aire, respirar, calmarme, quería tomar un poco de sol pero el intento era fallido, había neblina, el ambiente se encontraba humedo así que seguí caminando por el campus. 

Tengo la sensación de que me conozco más cuando estoy sola, cuando puedo pensar libre.

-Ouch, disculpa -Mire preocupada al tropezar a un chico sentado en la grama.

-Si por esto descubro tener una enfermedad terminal no te disculparé -Sonrío.

-¿Por qué una enfermedad terminal? -La presión en mi estomago atacó al verlo sonreír.

-Algunas cosas cuando son pequeñas terminan siendo muy grandes, mucho gusto, James -Estiró su mano para presentarse y simplemente quede desconcertada. 


No me digas que me amas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora