Capítulo 1. Después del fin

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La niña de ojos bicolor, se hallaba sentada sobre un tronco con varias imperfecciones. Su cabello verde azulado estaba sujetado por un cola de caballo y el flequillo se pegaba sobre su frente gracias al sudor. Su pálida piel, tenía un tono levemente rosáceo. Con la respiración agitada y su corazón bombeando más sangre de la que debía, se levantó de su incómodo asiento y se tambaleo para luego afirmarse del brazo de su amiga.

-Tienes que esforzarte más.- la pelinegra de corto cabello (del largo de su rostro) le dijo tratando de ayudarla.

-No puedo.- la voz chillona de Drexza sonó temblorosa.

Iltrax la ayudó y la volvió a sentar en el tronco suspirando tras la rendición de su compañera.

-Quiero ver tu ojo otra vez.- se acercó al rostro de la peliazul y lo acunó en sus manos sucias.

Su ojo izquierdo era de un color verde, con unos tintes cafés cerca de la pupila, normal, pero el derecho, era de un llamativo y hermoso color dorado sin pupila. Brillaba bastante y te consumía cada vez que lo admiradas.

-Lo quiero.- Iltrax miró de cerca el color dorado brillante con sus ojos grises oscuros.

-No puedes tenerlo.- sonrió la ojiverde.

Un ruido detrás de ellas hizo que se pusieran en posición de ataque. Aun algo cansada, Drexza abrió uno de sus portales y extendió la mano para sacar su filosa hacha de doble filo, la cual era más grande que ella. Claro, para una niña de 10 años era bastante complicado tomar con seguridad su arma. En cambio, su compañera, apretó sus puños liberando, en forma de cuchillo, un arma de color rosa neón, las cuales flameaban y adquirían esa forma característica suya.
Estando listas para atacar a lo que sea que estaba detrás de los arbustos, se relajaron al ver que lo que había al otro lado no era nada más y nada menos que su compañero de viaje, Coffee.

El pequeño y delgado niño de 8 años se quedó inmóvil al ver a sus acompañantes tratando de atacarlo. Tembló ante la idea de que una de ellas saltase sobre él dejándolo inmóvil y sin ninguna escapatoria.

-¡¿que..querían matarme?!- gritó asustado apretando la bolsa que tenía en sus delicadas manos.

-Pensamos que eras un Scrog.- afirmó Iltrax bajando sus manos mientras se desvanecia su arma.

-Lo siento.- el chico se sentó en el tronco doblado.

Coffee, tenía el cabello café oscuro despeinado, sus ojos eran tan verdes, que si los mirabas por un largo rato, esos dos faroles pasarían a ser dos esmeraldas bien pulidas. Su morena piel daba a entender que su elemento era la tierra, además de ser un sanador y saltador. Su nombre obviamente no era Coffee, pero el apodo le quedó, ya que, de vez en cuando recogía granos de café que nadie sabía de donde sacaba y se los comía como si nada. Nadie sabe su nombre real, y los únicos que lo saben son sus dos hermanos, los cuales tampoco quieren revelar la identidad del pequeño.

-¿qué tienes ahí?- Drexza, curiosa como cualquier pequeña; se acercó y observó la bolsa del menor.

-Café.- respondió Iltrax antes de que el chico contestase.

El moreno asintió apretando los labios tímidamente. Abrió la bolsa cruzando los dedos para que sus amigas no quisieran de su presiado tesoro comestible. Cuando estuvo abierta completamente, un olor a café salió a gran velocidad del envoltorio.
Metió sus dedos delicadamente y sacó un grano de café que él mismo había encontrado. Lo olió aspirando ese exquisito aroma y rápidamente se lo metió en la boca, saboreando ese amargo sabor y mascando fuertemente para que el grano quedara completamente molido en su cavidad bucal.

-¿No te da miedo que te haga mal?- la de ojos bicolor miró preocupada a su amigo.

-La verdad es que no.- contestó despreocupado.- y si me pasa algo, puedo sanarme.

La Herencia De Los AbandonadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora