Uno, dos, tres. Uno, dos, tres.
Entre besito y besito me movía por los pasillos del Pedrito. Hola, aquí, hola allá. La Martina, el Pecas, la Pame, el Luckas, el Paredes, la Chayo, ese que no sé cómo se llama pero siempre me saluda, el Feli, la Amelia, la Sandrita, el Gallego. Nuevo año, mismas personas.
Las ventajas de un colegio chico, todos se conocen, todos son amigos.
Desventajas de un colegio chico, todos se conocen y todos son amigos. Por ende, si te agarraí (llámese, cachita al aire) con alguien, estás en el comedero. Si te agarraí (llámese, a charchazo limpio) entre todos se van a encargar de hacerte bolsa. Así funcionan las cosas aquí.
Los cuatrocientos alumnos del Pedrito se conformaron como ovejas en frente de la dirección a escuchar la bienvenida de todos los años. Hola, blabla, pónganse las pilas, no den tanto jugo. Todos a la salita a esperar que el timbre de la libertad suene. Cuatro horitas no más.
Así que subo a la misma sala de todos los años, cruzo la puerta donde hace tres años me quebré la nariz, entro y me siento atrás, con la delicuencia. La Jenny, el Pato, el Seba, la Sami y el Keko. A pesar de que no son el mejor grupo apañan siempre y son buenos para la talla, sirve para mí. Podemos copiar en las pruebas piolamente, los trabajos en grupo salen medianamente bien y los Luckys siempre se comparten. Bueno, con la Jenny no; los evangélicos no fuman ni toman (tampoco tiran antes del matrimonio pero a la Jenny parece no importarle)
Así que matamos el tiempo escuchando la historia de cómo el Pato se encontró con su ex psicopata en la playa y terminó encerrado en pelota en un baño público. Nos reímos porque sabemos que es verdad aunque le meta sus efectos especiales iluminatís.
Silencio rotundo, somos los últimos en callarnos. Creo que eso es lo que me gusta de este curso, cuando hay que callarse, el silencio gobierna. Profe Feli al micrófono.
-Bueno chiquillos, nuevo curso. Yo creo que el profe de física les va a dar todo el discurso de que se preocupen del Nem y la PSU y el futuro y esas cosas. Pucha, igual sí, preocúpense porque aquí ninguno va a ser Alexis Sánchez o Piñera, sigan estudiando.
Había un niño al lado de la puerta. Escuché la mitad de lo que dijo el profe, algo de Alexis Sánchez y el NEM, porque había un niño en la puerta. No era la única que lo miraba habían 64 pupílas puestas en él. Era nuevo, era raro. Tenía el pelo largo sin tener melenita. Era alto y flaco sin parecer una bombilla. Y sus ojos se movían rápido, como si quiera quemar un mosca con su mirada rayo-láser.
-Pero presente al niño nuevo, profe -habló la Sami.
-Ah, sí -habló- Bueno, él es Ignacio, viene de Viña y es nuevito acá. Trátenlo con amor e intégrenlo. Sientate atrás con el Julio... Julio, levanta la mano -Julio levanto la mano haciendo una ademán de miss Chile. Ahueonao.
Ignacio caminó mientras cada alumno que dejaba atrás se daba vuelta a mirarlo. No es que fuese un fenómeno, pero no estamos acostumbrados a tener compañeros nuevos, somos los que somos. Una mochila bastante carreteá' quedó sobre la mesa y él se sentó.
Después nos separaron en filitas e hicimos una pruebas diagnóstico de historia.
-Eh, amiga ¿Tenís un lápiz? -Ignacio me preguntó.
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Calientame la Guatita;
Teen FictionHay cosas que no quieres que pasen. Como que los aliens decidan un día venir desde sus planetas muy muy lejanos a colonizarnos, o que pisemos caca a pie pelado. Como hay cosas que darías cualquier cosa por que pasasen. Como que te ganes un IPhone...