Escuchaba su voz, me estaba llamando y yo podía escuchar sus susurros e intentaba seguir ese llamado. Había una tormenta, todo estaba oscuro y solo, estábamos solo nosotros dos.
Estaba temblando del frío, corría hacia todas las direcciones tan rápido como si me estuvieran persiguiendo o fuera a perder mi vida, literalmente iba a perder mi vida.Esos susurros ya no se escuchaban.
Se habían convertido en gritos y todo se volvía más borroso para mí porque yo la estaba perdiendo.
Relámpagos, rayos, cosa que les causaría miedo a las personas no me importaban porque solo la necesitaba a ella, necesitaba encontrarla. No habían susurros ni gritos ahora, todo cambiaba cada vez que daba un paso, todo estaba en silencio.
Me detuve a mirar hacia todos lados, mi respiración estaba acelerada y el frío cada vez más empeoraba.
El silencio se convirtió en llanto.
Me dirigí hacia un pequeño callejón oscuro, no podía ver nada hasta que un rayo iluminó la figura de ella. Con un hombre de contextura gruesa y gran altura, no podía ver el rostro de ninguno de los dos.Ya lo entendía todo perfectamente.
Ella no podía llegar a mí, por eso nunca llegábamos a estar juntos.