Capitulo 4

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Se supone que debo tener la paciencia suficiente como para poder aguantar a los congresistas que añoran verme desposada por Himemiya Chikane, pero ahora que me encuentro a pasos de una audiencia en la que les veré la cara siento que no podré ser capaz de soportarlos. Es que acaso no se puede reinar con la persona que ama sin importar si es o no de la realeza

Nuestros pasos hacían un gran eco en los pasillos de mármol, algunas personas que pasaban a nuestro lado no dejaban de mirarnos, pues bien sabían que hoy podría decidirse el futuro del reino.

-¿Pudo hablar con la señorita Himemiya acerca de lo que puede ocurrir hoy? - preguntó Víctor abriendo la puerta que me separaba de donde estaban reunidos todos los parlamentarios, de ambos reinos. Él esperó que yo pasara primero.

-No, pero aunque eso hubiese pasado no me fío de sus palabras – le contesté con sigilo mirando a mi alrededor. Sentí como todas las miradas se depositaron en mí.

-Sígame por favor, majestad – pidió mientras me guiaba hasta la mesa central del lugar, donde yo rápidamente tomé asiento a su lado, como visitante solemne.

-Podía escuchar todo tipo de murmullos y la tensión en los presentes era evidente con tan sólo mirar su forma de caminar. Paulatinamente cada persona tomó asiento en su lugar correspondiente, un joven técnico se preocupaba de que cada micrófono estuviese dispuesto para ser usado.

-¿Desea algo de beber, majestad? - me preguntó otro hombre quien vestía de traje negro y camisa blanca. Era como muchos otros ahí el encargado de servir a las autoridades.

-Un vaso de agua embotellada, por favor – pedí mirándolo de forma fugaz.

Escuché cómo el presidente del congreso se acercaba para saludar al primer ministro pero mi atención estaba en otro lado o bueno, en realidad no había un punto fijo. Miraba frenéticamente a cada puerta ansiosa por ver llegar a Chikane, sin saber por qué.

-Alteza, es un honor contar con su presencia – me saludó un hombre canoso y de expresión fuerte.

-Señor presidente – mencioné correspondiendo su saludo.

-Sólo estamos esperando por la señorita Himemiya y su padre para comenzar con esta reunión – me aclaró algo preocupado.

-¿No sabe usted la razón de su retraso? - quise saber intentando sonar desinteresada. Él me miró pensativo un momento.

-¿Acaso ella no está viviendo en el palacio con usted? - preguntó temeroso de ser inoportuno pero su pregunta me relajó. De cierto modo comprendí que ya todos los parlamentarios sabían de mi nueva inquilina por mi padre dispuso.

-Sí, eso es correcto. Pero no significa que debo saber su agenda ni los por qué, cómo y cuándo que la motivan – respondí de forma mesurada para no sonar descortés.

-Lo entiendo, alteza – dijo él asintiendo con su cabeza – De todas formar nada sabemos de su retraso. Sólo suponemos que ha de llegar pronto.

-Al parecer todo en ella son suposiciones... - murmuré para mis adentros con un débil suspiro.

-¿Decía, alteza? - quiso saber él al no poder escuchar lo que había articulado.

-Nada, cosas sin importancias – excusé rápidamente.

De improvisó el constante ruido de las personas presentes cesó para dar lugar al sonido de pasos seguros y pacientes, ni siquiera alcancé a comprobar de quien se trataba cuando un hormiguero recorrió mi vientre por sólo imaginármelo. El corazón se enloqueció al verla llegar, con la convicción en la mirada de guardar el mundo en su bolsillo, altanera y sigilosa... Siniestra y bella... tan segura de sí misma que lograba hacerme dudar de mí. Su rostro inmutable y perfecto, ninguna cuota de emoción se estructuraba en él y ese orgullo que emana de todo su cuerpo peor porque carajo estoy pensando eso.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora