Entonces se levantó con una sonrisa, mientras todos los demás la observaron estupefactos creyendo haber visto tan solo una ilusión, un sueño en forma de pesadilla, frente a ellos: un demonio, y ella ahí, esperando los primeros elogios que habría de recibir en su vida, con la inocencia manchada de sangre simplemente escuchó gritos, llantos y reproches.
El colegio era realmente enorme, ubicado a siete cuadras largas de la casa de Emilie, constaba de cuatro pisos, aunque el cuarto no se usaba por motivos que solo la directora y sus encargados sabían, la entrada al recinto parecía antiquísima, grandes y gruesos barrotes de metal la formaban, los cuales se abrían de par en par al chirrido del interruptor que se controlaba desde la oficina de la secretaria.
Se sintió un timbre a lo lejos.
Había enormes jardines, muy bien cuidados por el anciano que llevaba más de 24 años trabajando allí, éstos se podían observar mientras la pequeña iba en el automóvil para llegar a la puerta que daba finalmente al colegio.
A un lado un pequeño bosque de pinos, de al menos una hectárea con variadas especies, el suelo donde yacían plantados se teñía de un tono marrón por la tierra, que combinado con el rojizo tono de las cerdas de estos gigantes que caían al envejecer, coloreaba un hermoso paisaje; al otro lado había un río lleno de piedrecillas que lo adornaban perfectamente y se cruzaba con un puentecito artesanal de madera. Esto daba a un lugar basto el cual se usaba de gimnasio al aire libre, debido a que a mediodía era la única hora que llegaba el sol, ya que los árboles alrededor se ocupaban de dar sombra, refrescando las almas jóvenes que se disponían a ejercitar allí.
A un lado de la puerta de entrada se encontraba una mujer, esbelta, de ojos verdes, pelo rubio rojizo, de estatura aproximada de un metro setenta y cinco, quien era verdaderamente hermosa, una maestra, la señorita Melanie, que observaba como la pequeña se bajaba apresuradamente del auto, logrando si notar el momento en el que el hombre la llamó, Emilie se congeló al escuchar su voz y su expresión demostró de inmediato un notorio rechazo a esa persona que se acercó lo suficiente hasta tocarle la mano en forma de despedida, a lo cual ella reaccionó bruscamente, retirando su mano de inmediato, lo que hizo de extrañar a la profesora que le dirigió una mirada fría y de cierto desprecio al hombre, el cual solamente respondió con una sonrisa profesionalmente hipócrita, despidiéndose a la vez de su "amada Emilie" como le solía llamar, listo para ir a trabajar.
Al otro lado de la puerta se podía apreciar un pasillo: largo, techo blanco de madera y paredes pintadas de color escarlata, piedra nueva, con muchos cuadros de diplomas distintos de varios años, un mostrador con los trofeos y premios del establecimiento, que era reconocido a nivel nacional por su excelencia musical y además decenas de certificaciones de calidad. A mitad del pasillo había dos puertas de metal, en la primera se apreciaba una placa que decía "Secretaría" y la otra "Dirección", llegando al final del pasillo se erigía un muro con la imagen de una anciana, unos escritos tallados en madera y la placa bañada en algo que parecía ser oro, que decía:"A NUESTRA MADRE Y TUTORA".
A la vez el corredor se dividía en dos, un camino a la izquierda, el otro a la derecha, Emilie tomó el camino de la derecha, el cuál daba a un patio enorme y a unas escaleras que servían para llegar a los demás pisos.
El de la izquierda no sabía que era, solo una puerta pesadísima, roja con un candado y un letrero de "Prohibido el paso al personal no autorizado".
Sonó el timbre por segunda vez, y la pequeña sabía que significaba.
Fue corriendo hasta la sala que se hallaba en el segundo piso, pero al subir las escaleras desesperada y después de un día de lluvia, se resbalo con un pequeño charco que se formaba en el inicio de la escalera. Una palabra que expresa perfectamente lo que sintió: dolor. En su rodilla sintió un calor intenso y punzones fuertes, sin embargo, Emilie murmuró:
-No tengo tiempo de llorar, ni mirarme, mucho menos para preocuparme por esto, hay que correr.
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"Emilie".
Misterio / SuspensoTras una pausa a sus pensamientos con la música de su madre y el MP3 de su padre, Emilie abre los ojos nuevamente y se encuentra de vuelta a la realidad. Esto sucede cada día de su vida al despertar; con sus piernas adoloridas y sus manos heridas, s...