Adeline | h.s. |

Capítulo I

La maravillosa campana suena al fin, y este día de clases acaba; recojo mis cosas a prisa para esperar a mi prima y mi mejor amiga Lis, cuando salgo al pasillo la encuentro parada de forma seductora mirando a un chico de último grado.

-¿Buscando la cena?- me acerco un poco para chocar mi codo con su brazo. Lis es experta con respecto a chicos, los mantiene cautivos y totalmente embelesados con sus curvas pronunciadas, largas piernas y madurez absoluta, para tener 16 años era toda una mujer.

Yo en cambio era todavía una niña, todo mundo decía que pensaba como adulto, pero seamos sinceros, ¿qué adulto veía caricaturas y le encantaban los cereales con colores?

Mientras caminábamos hacia las puertas de salida, Lis me hablaba de su futuro novio.

-Y realmente es muy bueno en sus prácticas, siempre que está en combate, knoquea a su oponente- al parecer el tal Michael era excelente en las artes marciales mixtas y en sus estudios.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el rugido del motor de un carro que aparcó enfrente de nosotras, al abrirse la ventanilla del copiloto vimos la cara familiar de Blanca, la mamá de Lis, sonriendonos al momento de subirnos en la parte trasera del carro.
En el momento que entramos Lis y Blanca entablaron una conversación respecto a Michel, a la cual no iba a poner ni un gramo de atención y preferí limitarme a mirar las hojas verdes de los árboles y los costosos edificios de apartamentos que estaban cerca.

-Adeline, mi vida. Ya llegamos- esa dulce voz maternal y un ligero golpecito en la rodilla me despertaron de un profundo sueño.

-Gracias Blanca- dije en cuanto termine de estirarme y tomar mi mochila. -Nos vemos mañana Lissy- les di un beso en la mejilla a ambas antes de cerrar la puerta del carro y despedirme con un gesto de la mano.

Realmente no quería entrar a casa, en especial no quería ver a mi madre.
Lo único que me mantenía andando hacia el infierno era mi pequeño paraíso.