Matar

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Y entonces ella se acostó en su cama, muestras las lágrimas rodaban por sus mejilla. No podía haber nada que la calmara. Aunque era así todas las noches, pero esta vez se sentía rota, acabada, inútil. Y no te atrevas a decir que no has matado a nadie porque esa noche la mataste a ella.

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