Capítulo 2.

12 1 0
                                    

¿Una carta para mí? ¿De algo que no sea correspondencia de empresas? Parece ilógico. Pero igual, la abriré. 

La carta estaba hecha con una especie de papel viejo, como que si fuese un papel de un auténtico pergamino. En la parte de atrás tenía un símbolo extraño que parecía como una cruz, pero de alguna forma tenía la línea horizontal más larga que la vertical. La carta decía así:

-Hola, John, no me conoces, o puede que sí, pero yo a ti te conozco desde siempre. Te he visto y al parecer no eres de esas personas que cuenta con mucho apoyo de otras personas. Eres una persona solitaria y amargada, así ha sido tu vida desde hace ya muchos años. Tu empleo apesta, tu casa está hecha un desastre, no encuentras la felicidad en tu vida... pero puedo darte una alternativa a librarte casi del todo de esa soledad.

Te propongo un trato, puedo darte, fortuna, amigos, mujeres, todo lo que quieras, pero tendrás que darme algo a cambio de lo que ya hablaremos después. ¿Qué dices? ¿Aceptas mi propuesta? Si es así quema esta carta, si no es así, déjala debajo de tu cama en la noche y en la mañana habrá desaparecido. Tienes 1 hora para decidir. 

                     -L. 


¿Quién podría ser este tipo? La oferta suena tentadora... Qué importa, mi vida es una mierda, no tengo nada qué perder.

Tomé un encendedor de la cocina y empecé a quemar la carta. Cuando la empecé a quemar noté cómo sentía que había algo extraño en mi departamento. Como si no estuviese solo. Cuando la carta se consumió por completo y la última ceniza cayó al suelo vi una sombra negra de una persona enfrente mío, la luz estaba detrás, así que esa cosa tenía que estar detrás mío. Cuando me volteé, tratando de no cagarme en cima, vi a un hombre en saco y corbata, canoso y con una barba larga que sostenía un portafolios. Cuando lo vi, empezó a hablar:

-Me alegra que hayas elegido la buena opción, soy.-

-¿Quién eres?- le dije.

-La persona que va a sacarte te este hoyo.- Dijo colocando el portafolios en la mesa del comedor y sentándose. Me senté junto con él.

-¿Cómo podrías hacer eso?

-Eso no importa, la cosa es que si firmas aquí, en unos segundos llamarán a la puerta dos mujeres que buscaran diversión contigo. Tu jefe te ascenderá y te tratará mejor, tendrás amigos al instante llamándote a tu teléfono para coordinar salidas y fiestas, tu departamento será re modelado gracias a un premio al azar en el cual tú serás el escogido. Eso y mucho más, y solo te pediremos a cambio tu alma.-

-Wow, ¿mi qué? ¿Cómo puedo darles mi alma? ¿Eso no me mataría?-

-No lo hará, nos la darás, pero no la vendremos a recoger ahora. Será en otra ocasión. Entonces qué dices, ¿aceptas?-

Me lo pensé un momento, y la verdad no tenía nada que perder, iba a terminar suicidándome algún día de estos, así que daba igual.

-Está bien, acepto.-

-Excelente.- Dijo, sacó un pequeño cuchillo y me pinchó el dedo, acercó el contrato que al final no leí y dejó que la gota de sangre se derramara en él. 

-Tengo que irme, cuando salga no olvides abrirles a las señoritas.- me dijo con un guiño al final de la oración. Se levantó y salió rápidamente del departamento.

Seguía sin creer lo que había pasado, pero al minuto escuché sonar el timbre, Vi por la mirilla y me di cuenta que eran dos señoritas bastante hermosas con una sonrisa picarona esperando a que les abriera.

"Bueno, creo que será de aprovechar lo que he comprado." Pensé con una sonrisa y abriendo la puerta.


"Caminando Entre Penumbras"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora