Un reflejo pasado

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Miré al espejo que sostenía entre mis largos dedos y no pude evitar pensar en cuanto había cambiado mi vida desde que me aventuré fuera del valle de Rivendel.
Fue en aquellos bosques de la Tierra Media donde conocí a Casandra.
¡Cuánto ha cambiado todo desde entonces, y cuántas personas distintas he sido desde entonces!
Recuerdo mis días en la escuela de hechicería enseñando junto a Casandra, Shafira y Oleander.
Fingía ser una vieja dama estricta en modales ya que habría sido peligroso revelar allí mi verdadera forma y naturaleza de hada.
¡Cuánto viajamos en esa época mis queridas compañeras y yo!
Recorríamos mares enteros en nuestro fiel barco, defendiendo las aguas y las Tierras Próximas del gran y temerario Pulpo Rojo y de sus secuaces los tiburones verdes.
Tras el intrincado recorrido se llegaba a la isla de Azura, la principal de aquel archipiélago conocido como Tierra Próxima.
El sendero llevaba a la casa del lago, una cabaña acogedora cerca del bosque; nuestro refugio en días lluviosos y neblinosos.
Cuando salíamos a cazar tiburones verdes, los días solían ser soleados y brillantes. Oleander preveía en esos días la hibernación de nuestros contrincantes, lo cuál, según decía, era un punto a nuestro favor ya que los tiburones seguramente estarían con la guardia baja.
Aquellos días, Shafira llevaba el timón del barco con firmeza, alegando siempre que solo ella lograba dirigir al barco como era debido.
Casandra planeaba en la cubierta nuevas estrategias de ataque, pensando siempre como el enemigo.
Por su parte, Oleander surcaba los cielos libre y suave como un ave, informando de la situación desde las alturas.
Mientras, yo preparaba las pociones y brebajes matutinos para diversos usos, a la par que en la popa del barco me sentaba a escribir mi diario.
Añoro esos días como también a la inteligente Oleander, a la pensadora Shafira y a la dulce Casandra.
Sin embargo han pasado algunos años ya desde aquellos días de brisa marina, y he de decir que he logrado acostumbrarme a vivir aquí, en Roble Encantado, de nuevo.
Mi vida es ahora tranquila y desasosegada, como muchas veces soñé que podría ser. He dejado muchas vidas atrás, y personas también. Personas que puede que fueran yo. Personas que podrían ser yo, o que quizá lo serán. En todo caso no importa, pues noto en la tierra que algo está por venir.
He olvidado y he descansado aquí, pero nada dura para siempre.
Tengo una eternidad para vivir, o al menos toda la eternidad que pueda comprender.
Todo pasa y todo llega, y ahora siento, después de tanto tiempo, que algo va a cambiar.
Estoy aquí, frente al espejo, y me doy cuenta de que acabo de empezar a despedirme de mí misma. Algo está por venir, y la Vainilla de ahora no está preparada. Las cosas siempre cambian, y esta vez le toca transformarse a mi yo presente.
Voy a cambiar.
Una nueva Vainilla está por venir; una persona totalmente nueva... Y eso está bien. Todos somos personas diferentes a lo largo de nuestras vidas, si lo piensas. Y eso no importa, en absoluto, siempre que recuerdes a la persona que solías ser. Y yo no olvidaré ni una línea de todo esto. Nunca olvidaré cuando Vainilla era yo.

-Fragmento del diario de un hada-.

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