Pude sentir la presión de la pistola en mi sien mientras yo misma me apuntaba. Su rostro me miraba con satisfacción y esa sonrisa que siempre odié. Él me estaba obligando a esto. Él me estaba obligando a cometer suicidio, y yo no tenía otra opción. El bien de mi hermana significaría cualquier cosa, incluso mi muerte. Y yo estaba completamente dispuesta a morir por ella.
-No tengo mucho tiempo, será mejor que te apresures.- dijo el pelinegro, deseoso de verme volar mis cesos. Le sonreí. Había luchado tanto toda mi vida, esforzándome al máximo, para terminar así, muerta en un callejón. Me iría, pero me iría llena de odio. Sus ojos carmesí podían atravesarme tan simplemente.
Definitivamente, esto no terminaría aquí. Observé atentamente aquel broche que prendía orgulloso en su pecho y lo guardé en mi memoria. Finalmente, tomé airé y presioné el gatillo.
Desperté en un lugar completamente diferente. No sentí ninguna clase de dolor en todo mi cuerpo, ¿Acaso todo fue un sueño? Me encontraba recostada en una cama, la habitación era pequeña y no tenía ningún otro color que no fuera gris. Me senté bastante confundida.
La puerta se abrió repentinamente, dejando ver a una mujer desconocida para mí.
-Responderé a todas tus preguntas, sólo permanece tranquila.- comentó la mujer, mientras me miraba seriamente. Sus ojos eran de un verde amarillento precioso, me dio un poco de envidia.- Tú antes eras una humana, pero por alguna razón cometiste suicidio.- se quedó callada, claramente esperando una respuesta de mi parte, pero no tuve palabras para decir.- te puede parecer absurdo, pero es la verdad. Cualquier humano que cometa suicidio, tiene que cumplir la sentencia de ser un Dios de la muerte, mejor conocido como Shinigami. Sé que no recuerdas nada de tu vida anterior, y casi nadie logra hacerlo nunca, así que te recomiendo que no te esfuerces en hacerlo. Tan sólo adáptate a esta "vida".- se veía tan seria que no tuve posibilidad de imaginar de que todo esto era una mala broma.
-Yo...tienes razón...lo único que recuerdo es mi nombre...
-Perfecto, acompáñame, iremos a registrarte. Te contaré qué es un shinigami en el camino.- Me levanté de la cama y la seguí. En el trayecto me comentó a qué se dedicaban los dioses de la muerte, cuáles eran las reglas de la sociedad, entre otras cosas.
-Por cierto, ¿no ves borroso? Por tu apariencia eres una adulta.- me preguntó la mujer, acomodándose sus lentes.
-Sólo un poco.- aclaré, aunque no era verdad. Podía ver perfectamente bien, sin embargo algo dentro de mí me decía que no dijera la verdad. Ella sólo asintió. En cuanto llegamos a la recepción, pude ver que estaba llena de shinigamis, hombres y mujeres, tal y como ella me había contado. Todos con el mismo color de ojos, todos con lentes. La única diferencia era que todos los hombres llevaban algún tipo de arma.
-Llena este formulario con lo que recuerdes. Luego ve a buscar un par de lentes, suerte trabajando en las oficinas.- dijo la mujer luego de darme un mapa y retirarse rápidamente. ¿Oficinas? yo no quería trabajar en las oficinas. Sentía que yo tenía que recolectar almas, sentía que debía volver al mundo humano, pero no sabía qué hacer. Sólo los hombres están calificados para recolectar almas humanas, las mujeres deben trabajar con los papeles.
Una loca idea iluminó mi mente. La consideré bastante buena, aunque no sabía si funcionaría. De todas formas no perdía nada en intentarlo. Robé una tijera de una oficina sin ser vista y usando el mapa me dirigí hacia el baño de hombres más lejano. Cuando llegué, permanecí escuchando cerca de la puerta para ver si había alguien, pero no percibí ningún sonido. Me metí rápidamente y me encerré en un baño. Tomé todo mi cabello con mi mano y directamente lo corté sin ningún pesar. Me saqué el ligero saco que llevaba encima y corté un largo pedazo, me saqué todo y lo usé como una faja para disimular mis pechos. Me puse todo otra vez y, después de tirar los restos en el inodoro, salí y me coloqué frente al espejo para cortar mi ahora corto cabello de una manera más masculina. Elegí un peinado bastante peculiar, realmente me había gustado. Tiré nuevamente los restos en un tacho de basura y me miré al espejo, preguntándome si podría engañar a alguien. Por suerte la ropa que llevaba era suelta y no hacía notar mis curvas.
Fue entonces cuando alguien entró al baño. Me tensé y escondí la tijera rápidamente, e hice como si me estuviera lavando las manos de lo más natural. Observé al hombre que había ingresado. Su cabello era negro como la noche, e iba de traje. Era bastante guapo. No sabría decir qué tipo de arma era la que llevaba, solo que era un palo con una especie de pinza en la punta. Noté su mirada en mí, pero no desmostré signo de nerviosismo alguno.
-Deberías haber ido por tus lentes ya, novato.- comentó el hombre. Respiré profundo e hice la voz más gruesa que pude.
-Sólo debía ir al baño. Iré ahora mismo.- le respondí tranquilamente. Él sólo me ignoró y siguió con lo suyo. Me retiré de allí y en cuanto me alejé saqué el formulario que debía llenar. Le pedí un bolígrafo a alguien y comencé a hacerlo.
Nombre: Either Aldrich.
Edad: 23.
Sexo: Masculino.
Deseas trabajar en:
Departamento de oficinas:
Departamento de fabricación de lentes:
Departamento de fabricación de guadañas:
Departamento de recolección (Sólo hombres): √
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Legendary. (Undertaker love)
FanfictionEl despacho de Shinigamis siempre trabajó con las mismas reglas, sin excepción. Una de las reglas más importantes dictaba que sólo los shinigamis masculinos se encargarían de recolectar las almas humanas, pero cuando una extraña shinigami mujer lleg...