Little Things.

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Pequeñas cosas.

Habitualmente el reloj sonaba a las cinco y media de la mañana, pero este día sonó tres horas después.

Una mañana cualquiera adornada con un sol brillante, el cielo completamente despejado y una ventisca agradable, digna de un día perfecto, agradable y adulador de actividades, incluso se podrían alcanzar a escuchar uno que otro canario trinar opacando el desastroso sonido típico de la ciudad. Con toda la actitud propia de un día así, abrió la ventana y recibió los cálidos rayos solares en el cuerpo, bostezo y miro el reloj, luego el interior de la habitación, finalizando con una sonrisa hecha por la inercia del momento.

Suspiro hondo y retorno sus pasos de vuelta a la cama, se inco poco a poco hasta que su rostro quedo a la altura del límite de la cama, recargo su barbilla sobre la colcha de color beige, tenía la tentación de tocar sus mejillas, acariciar su rostro, e incluso cometer la desfachades de besarlo, pero el sentido común y los años juntos le susurraba que era mala idea, era mejor que descanzara al menos otra media hora, una hora máximo.

Volvió a incorporarse, sentía un leve dolor en la espalda baja, una punzada, recordatorio de lo sucedido la noche anterior. Torció los labios y se puso una camiseta para salir de la habitación. Aún no estaba acostumbrado a tener relaciones sexuales de esa forma, a pesar de los pocos años que llevaban como pareja hasta hace menos de unos meses había caído víctimas del deseo sexual, a veces le gustaría regresar al momento en el que el mayor tacto era un beso o una caricia, pero debía admitir que durante al acto ese pensamiento era mera basura indeseada.

Había tenido la fantasía de levantarse antes que él, vestirse con una camiseta larga, quedándose en bóxers y salir a cocinar el desayuno, este día por fin se había dado la oportunidad de cumplirla, las caderas no eran una completa molestia, sus piernas respondían bien y, lo mejor, se había levantado casi al mismo tiempo en el que el despertador empezaba a sonar.

Con un par de pasadores se sostuvo el flequillo que caía por su frente, hizo nota mental sobre recortarlo un poco. Llegó hasta la sala esculco dentro de su mochila hasta dar con el pequeño MP3 conectado a unos auriculares azules, lo metió en el bolsillo de la camiseta y se colocó los audífonos. Sonrió al reconocer la canción en curso, tarareo un poco y despues se dirigio a la cocina.

Saco la caja de huevos del refrigerador, mantequilla, champiñones, queso y jamón, un par de intentos de omelette serian buena idea para empezar la mañana.

*~*


Canto y tarareo la pista, moviendo las caderas, haciendo a un lado y al otro el cuello y en momentos jugueteaba fingiendo ser el cantante, tomando la espátula como su fuera un micrófono y la caja de leche como guitarra, un violín o piano, dependiendo la sonata.

Era demasiado joven como para  seguir teniendo fantasías de ese tipo y pensamientos fantasiosos, esta después de todo un adolescente disfrutando de la vida.

Con la espátula doblo el omelette a la mitad, había salido casi perfecto, un poco deforme en las orillas pero la apariencia era buena, abrio la puerta de la alacena y saco un tubo de salsa para darle sabor al omelette, pensó en hacer una linea curveada o una carita feliz, pero después de pensarselo mejor, sonrió y escribió sobre la superficie amarilla, se quedo satisfecho y luego comenzó a hacer su propio omelette.

Calentó agua y escogió un par de sobre de té del apartado izquierdo de la alacena, el té negro era uno de sus preferidos, poca leche y un cubo de azucar, para si mismo preparo una malteada de chocolate fría.Volteo la tortita de huevo y agrego el queso para que empezara a derretirse.

Recordó, aquel lejano y bello mes en el que lo conoció, de carácter  seco y aspecto amargado, recordó tenerle cierto temor y le daba miedo hablar con él,  pensaba que podría saltar de su asiento y devorarlo en el lugar que estuviese, aunque poco a poco se adapto a sus gestos, frases, regaños y muestras de cariño tan raras y excéntricas.

Sonrió para si mismo, bajo la flama de la estufa y cortó el jamón en cuadritos.

Si ponía los ojos en blanco, era porque algo le divertía o le daba risa, aunque jamas reia en publico, ni mucho menos sonreía. Así que era su forma de dar a entender que estaba disfrutando una escena o comentario gracioso. Algunas veces daba media vuelta y  desaparecía, simplemente para ocultar la vergüenza de reir en público.

Para los momentos incómodos o vergonzosos simplemente miraba a otro lado y se mostraba fastidiado, si ponia atencion vería un hermoso y tenue tinte rosado en la piel de las mejillas, algunas veces bufaba o respondía con sarcasmo.Sus chistes eran un horror y las bromas una pesadilla.  Ese hombre no tenía ni pizca de humor en el cuerpo, al menos un humor divertido o agradable, siempre era negro pesado.

De palabras torpes para dar ánimos a felicitaciones, era incapaz incluso de desear un feliz cumpleaños sin que pareciera que deseaba más que se ahogara en un tinaco. Y para temas románticos... una completa vergüenza universal, en sus intentos de conquista siempre ganaba la de oro por echarlo a perder.

Siempre se preguntó cómo era capaz de provocar un desastre intentando ser romántico, era una suerte que no lograse morir en el intento y también comprendía el por qué había estado soltero hasta ese momento. 

Puso el omelette sobre un plato y lo adorno con salsa, haciendo un dibujo que fuera a juego con la frase del omelette acompañante. Miró su mano izquierda y sonrió mordiéndose el labio inferior. ¿Como olvidar aquella cena tan espantosamente hermosa?

Se sobresaltó en su lugar y dio un pequeño grito al sentir un par de brazos rodeando su cintura, con cuidado le quitó el auricular y susurro.

  — ¿Qué se supone que haces despierto a estas horas?

Un hormigueo le inundó el vientre y sintió la cara arder junto con el omelette. Su voz ronca al inicio de la mañana era lo más provocador que pudiera oír.

 — Haciendo el desayuno. — Murmuró sonriente dejando espacio para que besara su cuello.

Aquella vez, mientras tomaba champaña se había atragantado casi moría ahogado por haber tragado algo imposible de pasar por sus vías vocales. Recordaba vagamente que había pasado mientras intentaban que expulsara el objeto, Levi gritando porque el mesero se apresurara a salvarlo y al mismo tiempo llamando a una ambulancia.

  — ¿Cómo deberíamos  pasar este día?— Pregunto Levi en un susurro perezoso.

  — No lo sé, en cama, viendo películas, comiendo pizza y helado.

 Despertó en el hospital y lo primero que recibió fue el rostro preocupado de Levi, pidiéndole disculpas y autoculparndose del accidente. Cuando preguntó qué era lo que había tragado, él dijo que había sido una aceituna pero ¿Qué hacía una aceituna en una champaña?, mentía, obviamente, así que su siguiente pregunta fue a una enfermera; esta le contestó.

  — Un anillo, un bonito anillo de compromiso,  es una pena que lo hayas tragado.

Tomo el plato con el omelette y lo puso sobre el desayunador.

  — Feliz aniversario. —  Susurro girando el cuello y besándolo en los labios.

  — Feliz primer aniversario. — Recibió como respuesta.

Fue operado de emergencia aquella noche, extirpando el anillo que había logrado tragar gracias al nervioso mesero que trataba de ayudarlo. Todo salio bien pero Levi no dejaba de castigarse por eso. La mejor parte fue la propuesta de matrimonio a la hora de la comida en el hospital, esta vez, Levi se aseguro de dejar el anillo en la charola y no dentro de la comida.

Ambos tomaron asiento en el desayunador, Levi sonrió al ver lo escrito sobre su omelette. Eren lo imitó, poco a poco Levi se volvía más  expresivo frente a él, y eso le agradaba. Levi tomó un tenedor y corto un pedazo del omelette evitando destruir la frase.

  — Yo también te amo. —  Respondió.

Espero que lo hayas disfrutado!!!!

P.D. ParnerLevi de mí vida y de mi amor espero que en tu vida me vuelvas a meter a otro de estos eventos, no sabes todos los malabares que hice para que saliera bien.
Atte. Tu betta

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2016 ⏰

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