IV Libertad

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Él era oscuro y no sólo sus ojos ni sus cabellos de ébano... si no su alma misma.

Fue hecho con la contextura de los bravíos guerreros de antaño, pero en sus ojos se asomaba la vulnerabilidad de un niño.

Yo seré tu fuerza tú se mi corazón.

Y ella aceptó y se rindió a sus palabras por que el hechizo que sus ojos tejieron sobre ella era demasiado intenso para ser resistido.

Y así mientras el destruía la jaula que la mantenía cautiva se cumplió la primera parte de la profecía.

Lo que no estaba previsto era que el cuervo negro se enamorase del cuervo blanco.

¿Pero no es acaso el creador perfecto?

Y así el cuervo blanco, con el amor del pueblo, avivó en sus corazones el espíritu de lucha y la fe mientras que el cuervo negro comandó al pueblo y los llevó a una nueva victoria.

Juntos los cuervos gobernaron al pueblo y al morir se elevaron sus espíritus a los cielos en forma de plumas de colores.

Dejaron a sus hijos al cuidado de su tierra y observaron, maravillados, los cielos más extensos en los cuales aventurarse, libres, pero siempre juntos.

Canto de VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora