Ay, que me dormí, me perdí casi todo el viaje, con las ganas que tenía de verlo todo desde aquí arriba. No pasa nada, lo mejor está por llegar.
Nos bajamos del avión, nos reunímos todos, aun que algunos se fueron directamente a un baño, un baño estable en el que no piensas que vas a salir tú también volando. La mayoría estábamos algo mareados, fueron muchas horas de viaje, era normal.
Habíamos llamado a un bus para que viniera a por nosotros. Daríamos una vuelta por ahí, para echar un vistazo a lo que estaríamos viendo durante unos días. Más tarde fuimos al hotel. Era enorme, enorme y precioso, enorme, precioso y espléndido. En pocas palabras genial, me encantaba, mejor dicho, nos encantaba.
Fuimos a la recepción, nos asignaron nuestras habitaciones, nos dieron un par de normas que abría que seguir en el hotel y a buscarlas.
Había habitaciones dobles, triples y algunas especiales que podíamos dormir en ellas hasta cinco o seis personas. En mi grupo de amigos estábamos Celia, Nasia, César, Javi, Berto y yo. Fuimos corriendo a por la mejor habitación. Era la número tres de la tercera planta, tenía unas vistas preciosas, y como no, nos empezamos a hacer un montón de fotos, luego seguramente, cuando las viéramos dentro de un tiempo nos vendrían un montón de recuerdos y un montón de risas, eso estaba claro.
Llegó la noche, bajamos a cenar con todos nuestros compañeros, y al terminar, volvimos a subir a las habitaciones, ya era tarde y mañana nos tendríamos que levantar temprano para visitar algún museo, los sitios más importantes, de los más hablados.
Pues así fue, ciertamente después del viaje no estábamos con mucho ánimo de aguantar la noche despiertos y nos dormimos enseguida.
Mañana sería un nuevo día.
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Ni De Tu Propia Sombra.
RandomMe llamo Amanda y quiero contaros una parte de mi vida, una de las historias que más me aterra, pero que hay que vivir con ella, es una historia impactante, un poco increíble, pero del todo cierta. Es un poco la típica lección de la vida, que hay ge...