Todo el amor que el Partner pueda comprar

Capitulo 2:

De uno en uno, los pequeños hermanos van entrando al coche familiar. ¿Como, no lo había dicho? Pues si, el padre cuidaba mas al coche, que a la familia, y cuando se murió, al menos dejo algo en herencia, y aunque, con 12 años de antigüedad, se notaba que en su tiempo, era un buen coche. Un color rojo infernal, que con el resplandor de la luz solar daba una sensación de brillo y poder inigualable, una pintura esmaltada de primera calidad, en ella se fueron varios caprichos de la familia. Unas llantas de plata, con un dibujo tan detallado y fino, que parecía realizado por un escultor de la antigüedad. En ellas se fueron los regalos de la primeras Navidades de Timmy. Y con un interior tapizado de cuero, blanco, reluciente, que contrastaba a la perfección con el rojo del exterior, y con los detalles de toda la carrocería. Cuero que dejo a la familia, en aquel entonces pequeña, en números rojos por primera vez en su historia.

Claro que, así lucia antes. ¿Ahora? Ahora es una vieja gloria de 12 años, que si se hubiese preservado, podría ir a un museo, pero como no, esta en muy mal estado, como casi todo lo que tienen. Faros y cristales rotos, las puertas a punto de caerse, sostenidas de mala por un poco de cinta aislante. La pintura nunca volverá a tener ese brillo que poseía en antaño y cada día costaba mas arrancar el pobre motor, que llevaba sin revisión varios años. Todos suben al coche, siete hermanos, cinco plazas. Por suerte, la escuela estaba relativamente cerca de la casa, y Ana tenia favores con los policías de la zona, por lo que nunca recibían ninguna multa.

Piénsalo bien, ¿Qué duele mas? ¿Qué nunca te puedan poner ningún tipo de multa o sanción? ¿O darte cuenta de que no pueden, por que todos están en conciencia de tu situación?

Después de cuatro minutos de forcejeo con la llave, Ana, consigue que el vehículo arranque y empiece la marcha. Cada uno de los hermanos tiene sus propios pensamientos. A algunos les resulta humillante tener que volver a ir a la escuela. Ser de una familia pobre es motivo suficiente para sufrir acoso y discriminación en la escuela, incluso cuando tienes once años. Bueno, sobretodo si eres el mayor y te toca defender a los demás. Los gemelos, ni se molestan en preocuparse, saben que cuando suene la sirena, van a tener que ir a ser acosados otra vez, así que, Bruce se centra en el paisaje urbano que tiene en su ventanilla, mientras que Tony, hace todo lo posible por seguir la canción "Robot Love" que sonaba en la destartalada radio, la cual no paraba de ser interrumpida por constantes interferencias. Iván, estaba mas preocupado por repeinarse el pelo champiñón, mientras Sofia, entre risas, intentaba deshacerlo desde su sillita. A Koro, parecía ser el único al que le entusiasmaba la idea de volver a clases un día mas. Siempre se escondía tras las espaldas de sus hermanos mayores. Sofía era la única que seguía en la guardería, por lo que el era el mas pequeño de los hermanos, hablando en el contexto del patio de recreo. Además, la pasión y gran aspiración de Koro, era llegar a ser un gran profesor, sueño que le viene de su tutor, del mismo nombre. Supongo que nombrarte igual que tu "sensei", hace que cualquiera se encariñe con una persona. Mas si esa persona, es la única que podía hacer algo contra el maltrato que los hermanos sufrían. Bueno, mas que poder, interés, ya que a la gran mayoría del profesorado no le importaba en absoluto unos alumnos de malas notas, cuyas matriculas están pagadas por la caridad de otros padres del colegio.

Llegan al colegio, y el coche se para en la puerta. Todos salen de uno en uno mientras Ana recoge a Sofía y las saca del destartalado vehículo. Como no podría faltar en cualquier barrio español, un montón de viejas y mujeres cuarentonas no paran de mirar la escena: Niños pobres, saliendo de un coche medio roto que parece a punto de explotar, mientras una pobre muchacha les ayuda a salir... Lo más patético de todo, es que seguramente, sea lo más interesante que esas cuarentonas vayan a ver en todo el día, y a diferencia de las buenas personas, las buenas personas que todabia quedan habitando el planeta, prefieren reírse de la desgracia ajena.