Historias de metro #1

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La gente pasaba, subía y bajaba escaleras, se dirigían a todos y a la vez a ningún lado, pero de que me iba a dar cuenta yo si iba mirando mi móvil hasta que levanté la cabeza y vi la triste realidad de que todo el mundo estaba igual que yo, encerrados en los aparatos electrónicos.
Ya nadie se fijaba en que había una persona necesitada en su mismo vagón; nadie miraba por la ventana cómo pasan rápido los cables de las paredes del túnel y nadie lee esos pequeños poemas que había en los puertas de los vagones con motivos alegres.
Todo el mundo se arriesga a perderse la más bonita mirada o que le regalen una sonrisa sin motivo , a no encontrarse por casualidad con alguien conocido y tener una buena conversación hasta llegar a su parada.
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Así que mi instinto gritó e hice lo que todo el mundo hubiese hecho si hubiese pensado como yo, levanté la cabeza, guardé mi móvil en el bolsillo y disfrute del viaje.

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