Al final de la calle [parte única]

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El otoño había llegado; y con ella las bajas temperaturas, el viento feroz y la llovizna torrencial. Las hojas castañas se desprendían de las ramas de los árboles como canciones reproducidas. Las aves volaban hacía lugares cálidos al igual que los pasajeros abordando aviones. Los pocos que se quedaban yacían encerrados en sus casas y no salían hasta que el ambiente fuera ameno o menos amenazante cuando llovía.





[...]






SeHun tamborileó sutilmente la mesa de su escritorio mirando a través de la ventana a su costado, contando las pequeñas gotas que se escurrían sobre el cristal.

Tan solo contaba los minutos para salir de aquella prisión llamada instituto. No veía la hora de poder caminar debajo de esa lluvia dulce y a la vez salada, sentir la brisa atravesar su ser, ver caer hojas debajo de sus pies y que estás crujan al pisar, y el frío erizar su piel, pero más que nada ver a ese peculiar chico al final de la calle.

Lo había notado hace dos semanas atrás, cada viernes a la misma hora se paraba en esa esquina, esperando media hora hasta que otro chico también bajito llegará. Sabía como eran ambos individuos y le molestaba saber que el castaño podía conversar tan campante con el chico de piel pálida. No le gustaba la familiaridad con la que se trataban y aún sabiendo que no tenía derecho a nada, no podía frenar hacer sus manos puños a los costados de su cuerpo, fruncir su ceño, sus músculos tensarse en rabia, apretar los labios y sus pasos firmes acercándose a ese par, pero siempre a último momento; se detenía viendo como el par de amigos se iban con un brazo sobre el hombro. El chico de piel pálida se sonrojaba haciendo un hermoso contraste con su piel, SeHun se enternecía al ver aquello y también prometía que si algún día se armaba de valor, él también haría sonrojar al mayor diciendo cosas cursis o robando un beso debajo de la lluvia. Él quería eso, algo único y con aquel peculiar chico.

—Nos vemos mañana, Oh —se despidió su amigo Jongin, tomando el lado contrario en el que iba SeHun.

SeHun hizo un ademán a modo de despedida, seguido por sus pies empezó su caminata colina abajo sabiendo que al final de la calle encontraría a su persona especial. Sonrió de tan sólo pensar que lo vería de nuevo.

La lluvia no tardó en caer, el viento no se hizo esperar y la coreografía que SeHun se sabía de memoria, no tardó en salir a relucir con los pasos que daba, estaban pulidos y no necesitaban de practica ni de trucos.


[...]







Soltó un suspiro pesado, dando una vuelta más a su bufanda alrededor de su cuello, frotó sus manos soltando el aire entre estas formando un pequeño vaho. Volvió a mirar su reloj en la muñeca comprobando la hora y luego hacía ambos costados; fijándose si aparecía su amigo, pero nada, y ya empezaba a perder la paciencia.

Odiaba tener que esperar media hora debajo de una tienda al final de la calle, solo para recoger a su mejor amigo. La lluvia le deba de lleno sobre su cuerpo, el viento golpeaba su rostro revolviendo su cabello, el frío se colaba entre sus huesos como corrientes eléctricas para nada agradables. Siempre era lo mismo, sólo que en ocasiones no solía durar demasiado o la lluvia no eran torrenciales.

Pero justo hoy la lluvia no parecía perdonar a nadie, ya que la gente corría en busca de refugios y difícilmente lo hacían si es que no se caían en el proceso, y los que tenían paraguas de nada servía, con el viento que amenaza con arrastrar con todo lo que le estorbara.

Al final de la calle ↪SeHo↩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora