Ha pasado una semana desde mi primer encuentro con ese personaje. En mi anterior instituto en cinco días no pasaba mucha cosa, simplemente iba a clase y tomaba apuntes. Pero en este lugar solo me han bastado cinco largos días para acabar harta de todo.
Después de la declaración tan extraña que hizo ese chico, no dejó de obsérvame en todo el día. Para mi mala suerte íbamos a clase juntos. Intentaba ignorarlo pero no podía evitar sentir su mirada todo el tiempo. Era muy incómodo.
En las clases siguientes intenté sentarme en el extremo opuesto a donde él estaba ubicado, pero no podía impedir que me mirase. En la hora del descanso procuré estar fue de su alcance. No es que él me estuviera siguiendo, ni siquiera volvió a hablarme, pero no me quería arriesgar a escuchar nuevamente palabras tan absurdas e irritantes.
Así fue como transcurrió mi semana y debido a mis esfuerzos por no verlo, no tuve oportunidad de hablar con nadie más. No obstante, había escuchado ciertas cosas por los pasillos.
El miércoles, mientras compraba M&M's en la máquina expendedora de la cafetería, unas chicas de primer curso comenzaron a hablar del chico arrogante.
— Matt Collins, Megan, seguramente lo has visto.— Miré a la chica de forma disimulada, ella sonreía como una niña enamorada.— Es el chico más guapo de la escuela, o quizás de la ciudad. No, del país entero.
—Cálmate Kathy, no será para tanto.— Contestó su amiga, la única de las dos que parecía tener cordura. Esa tal Kathy estaba dando saltitos emocionada, como si Matt fuera el hombre más apuesto de la tierra.
—No puedo. Me costó mucho entrar a este instituto solo para verlo. Tengo que hablar con él, Megan. Tengo que conocerlo y hacer que se enamore de mí. Solo así podremos casarnos y criar a nuestros futuros tres hijos.
«Wow chica, algo no está bien en tu cabeza.» Me reí.
—Estás mal de la cabeza, Kathy.— Megan proyectó mis pensamientos y también se rió. Yo recogí mi chocolate y comencé a alejarme de la máquina.
—¡Mira Megan, es él!
Sin querer, yo también me giré hacía donde Kathy miraba. Matt se dirigía hacia la mesa más ocupada de la cafetería. No había ningún asiento libre pero en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, dos chicos se levantaron ofreciendo su lugar con una sonrisa. Estaba claro que ese chico era muy popular y que todas las chicas morían por una sonrisa suya, pero a mí solo su presencia me daba y me sigue dando escalofríos, y no precisamente por la emoción..
—Tienes razón Kathy.— Al escuchar esas palabras de la chica llamada Megan dejé de ver a Matt para mirarla a ella extrañada. — Es el chico más guapo que he visto en mi vida.
Megan comenzó a devorarlo con los ojos. La chica razonable había desaparecido y se había transformado en una adolescente con hormonas revolucionadas. Suspiré y me fui a comer fuera de esa cafetería de locos. Mientras me alejaba escuchaba a Megan y a Kathy discutir por Matt. Esas dos eran amigas antes de que él entrara en escena, y aunque sé que él no tiene nada que ver, en ese momento él parecía un huracán cuyo paso se había llevado la amistad de esas dos.
Aparte de esa pequeña conversación también había escuchado hablar sobre ese chico a mis compañeros de clase. Tanto chicos como chicas adoraban a Matt Collins. Era bueno en deportes, con don de gente, amable, divertido, solidario... un chico aseguraba que Matt era voluntario en un comedor social. Todo un chico modelo. Tanto que parecía increíble.
Además de comprobar lo popular que era el chico presuntuoso, también escuché por parte del profesorado que era buen estudiante. Mientras recogía los libros que necesitaba de mi taquilla el viernes, la tutora de mi clase hablaba animadamente con otro profesor acerca del sobresaliente que Collins había conseguido en química. Mi tutora le ofreció a cambio un pequeño resumen de su historial académico mientras alababa su esfuerzo y dedicación.
Tengo que admitir que eso me sorprendió. No esperaba que fuera esa clase de chicos. Me esperaba a un mal estudiante rompecorazones que odiaba las clases. Asombrada cerré mi taquilla y me fui de allí de inmediato. Esa semana había acabado harta de escuchar hablar de Matt Collins.
Su nombre se repetía una y otra vez en mi cabeza, comenzaba a provocarme migraña. El viernes llegué cansada a casa, solo con ganas de dormir y olvidarme de ese lugar tan extraño que era mi instituto nuevo. Pasé un fin de semana tranquilo mirando alguna serie y leyendo un libro. En otras palabras, perfecto.
Ahora vuelve a ser lunes y apenas voy entrando por la puerta del instituto, escucho el nombre de Matt y pongo los ojos en blanco. Me dirijo a mi taquilla, la abro y cojo el libro de literatura. De repente siento a alguien detrás de mi, un brazo se apoya en la taquilla de mi lado y yo quedo aprisionada entre mi taquilla abierta y esa persona, que al juzgar por su brazo es un chico. Ese alguien esta demasiado cerca, estoy a punto de girarme y gritar para que se aparte cuando me habla cerca del oído:
— Buenos días, princesa.
No necesito darme la vuelta para saber quién es. Pensaba que me ignoraría como en los días pasados, pero me equivoqué. Pienso que si no le contesto me dejará en paz así que cierro mi taquilla sin decir palabra alguna. Intento irme pero él me detiene sujetando mi muñeca.
—¡Hey! ¿Dónde vas con tanta prisa?
Realmente no estoy enfadada con él ni quiero ser ruda, pero la forma con la que me habló el lunes pasado no me gusta. Después de conocer un poco de él, me he dado cuenta de que es una persona demasiado llamativa para mí que soy su opuesto. A mí me encanta pasar desapercibida y no quiero que eso cambie. Por otro lado no quiero llevarme mal con nadie así que lo mejor sería intentar estar bien con él y esperar a que se canse de mí, cosa que dudo que le lleve mucho tiempo. Sin embargo, tengo que dejar claro un par de cosas. Me suelto de su agarre y lo miro directo a los ojos.
— En primer lugar, esa no es manera de saludar. Apenas me conoces así que te agradecería que no te acercaras tanto. Mi espacio personal es solo mío y quiero que siga siendo así. En segundo lugar, odio llegar tarde a clase y no puedo detenerme a charlar en este momento, y por último, intentaba ignorarte porque aunque no hemos hablado mucho, por lo poco que has dicho, puedo decirte que eres la persona más arrogante que he conocido y eso es molesto.
Él me mira sorprendido y parece divertido. Cuando asimila mis palabras se ríe llamando la atención de todas las chicas a nuestro alrededor. No creo que haya dicho nada por lo que deba reírse pero por algún motivo su risa hace que me calme un poco.
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Narcisista delirante
Short Story«-Sé que te has enamorado de mi cariño, lo puedo ver en tus ojos.-Su sonrisa arrogante comienza a ser insoportable. Si no me alejo pronto le giraré la cara de un bofetón. Cojo aire y cuento hasta diez, lo suelto poco a poco. -No digas tonterías y a...