Capítulo tres.

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Tras varios segundos en que simplemente lo observo, él detiene su risa y me mira divertido.

— Relájate, cara de ángel, solo era mi forma de saludar. Y no sé a que te refieres con arrogante, cualquiera puede hablarte de lo humilde que soy.

No creo que sirva de nada discutir con él. Me doy la vuelta y sigo caminando. Matt me alcanza y camina a mi lado.

— Veo que no te gusta hablar demasiado.

— No me importa charlar contigo siempre que tengas algo relevante  que valga la pena escuchar.— ¿Estoy siendo dura con él? Sé que aveces digo lo primero que se me pasa por la cabeza sin pensar en los sentimientos de los demás, pero intento ser lo más sincera posible.

Giro mi cara para ver su reacción. Él sonríe así que dudo que sea de las personas que se toman las palabras muy en serio.

— Eres un poco gruñona, cariño. No tienes que ponerte a la defensiva conmigo, te trataré bien.—Me guiña un ojo.

¿Pero este tipo en qué demonios piensa? Cree que todo gira a su alrededor. ¿Es así con todas las chicas o solo habla y actúa como un idiota conmigo? Cuento hasta diez mentalmente para evitar soltar un comentario hiriente o simplemente reírme. Aunque dudo que a él le afecte en absoluto. Llegamos a clase, él me señala la puerta con una mano y hace una pequeña reverencia mientras me sonríe con picardía.

— Las damas primero.

Pongo los ojos en blanco en señal de irritación y entro. Una persona como él tiene que haberse escapado de un psiquiátrico. Matt entra después de mí, saluda a sus amigos, por no decir a toda la clase, mientras yo me siento en un pupitre vacío al fondo. Dejo el libro de literatura en la mesa y saco una libreta de mi mochila, escucho como una chica le ofrece a Matt el asiento que esta a su lado, alzo mi vista del libro y veo que a su lado no hay ningún sitio libre, allí esta sentada otra chica. Frunzo el ceño, ¿acaso quiere que se siente encima? Para mi sorpresa, esta chica sin oponerse o quejarse se pone de pie al instante. Matt rechaza la oferta con una sonrisa y continua su camino hasta el pupitre que esta a mi lado. Miro a la chica rubia, la que hizo la generosa invitación, no está nada contenta. Si las miradas matasen, sus ojos me lanzarían dagas. Escucho un ruido a mi lado y giro mi cabeza, Matt ha dejado su mochila sobre la mesa. Se sienta de lado en la silla, apoya su brazo en el respaldo de la silla y fija toda su atención en mí. Yo lo miro a los ojos. Son muy azules y extremadamente claros, me recuerdan a las aguas de alguna isla del caribe.

—Bueno compañera, ¿eres así de tajante con todos los chicos o solo conmigo?

Sonrío sin gracia y aparto la vista, miro hacia la pizarra. Es la primera vez que no utiliza un estúpido nombre para referirse a mi.

—¿Eres así de idiota con todas las chicas o solo conmigo?

Escucho su risa y giro la cara, lo observo con una sonrisa y enarco una ceja. Mi pregunta en realidad, era totalmente seria.

—No tienes que poner esa actitud de chica dura, cariño. Ya tienes toda mi atención.

Aquí vuelven esos ridículos nombres. ¿Es tan familiar con todo el mundo? Es demasiado cariñosos para mi gusto. De cualquier manera, esta vez es mi momento de reír.

—¿De que actitud hablas? No me conoces. Y por favor recuerda mi nombre, estoy harta de escuchar esos absurdos apodos.

—Sé muy bien cual es tu nombre, Jade.—dice suavemente —Solo considero que es mucho más dulce llamarte así, a todas les gusta.

Mi sonrisa desaparece, el día acaba de empezar y ya estoy cansada de este tipo. Pongo los ojos en blanco y vuelvo a mirar enfrente. El profesor entra y comienza la clase. Matt se sienta correctamente pero no aparta su vista de mí, me observa todo el tiempo. ¿Como puede este chico ser tan brillante en el estudio si ni siquiera presta atención en clase? Ya no me siento incomoda, estoy molesta. Me pone de los nervios. Antes de que suene el timbre el profesor anuncia que debemos leer las primeras páginas de Frankenstein de Mary Shelley para el próximo día. Recuerdo que he extraviado el libro en la mudanza y pienso en ir a la biblioteca de este instituto, lo único bueno que tiene.

Me doy prisa en guardar el material que había utilizado en clase y salgo prácticamente corriendo en cuanto el profesor da por concluida la clase. No quiero volver a hablar con ese chico nunca más. Me dirijo hacia otra clase, el laboratorio biología, y me siento en la primera fila junto a otra chica. Durante dos horas más evito a Matt Collins y a sus constantes miradas. Suena el timbre que anuncia el descanso y mientras recojo los bolígrafos que he utilizado para tomar apuntes  escucho a mi compañera hablar:

—¡Hey Matt!— Levanto la mirada y veo como comienza a jugar con su pelo, ruedo los ojos. ¿Son todas las chicas de este sitio iguales? Quizás no valga la pena hacer amigas aquí.

—Hola, cariño. Tengo un asunto pendiente con Jade, ¿nos puedes dejar un momento, si no te importa?

Mi compañera, creo que se llama Chloe, suspira y asiente con la cabeza pero no se mueve ni un milímetro. Estoy segura de que no lo ha escuchado. Me río disimuladamente, paso a lado de esos dos y me marcho sin decir una palabra.

Tengo que agradecer el hecho de que haya utilizado mi nombre esta vez. Sin ganas de hablar con él me dirijo rápidamente a la biblioteca. Matt suele ir a la cafetería o al patio del instituto, o al menos eso es lo que hacen todos los estudiantes. Entro en la biblioteca y pregunto por el libro, una señora con cara de amargada me dice dónde está y voy a buscarlo. Miro a mi alrededor, esta biblioteca es enorme, es perfecta. Con una sonrisa en mis labios me dirijo al lugar que la señora indicó, miro detenidamente la estantería y encuentro el libro. Como no tengo nada mejor que hacer decido quedarme allí a leerlo, busco un lugar disponible y me siento. Después de varios minutos estoy tan centrada en la lectura que no me doy cuenta de la presencia de alguien a mi lado.

—Por fin te he encontrado.

Narcisista deliranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora