Ross
- Tengo mucha hambre. - digo frotándose la panza Rocky.
- Acabas de tomarte un frapuccino. - le reprochaba Rydel, caminando de la mano de Ellington.
- Si pero ahora tengo hambre de comida. Vamos al McDonald's? - volvió a parlotear Rocky, que comía el brownie que se había pedido Riker.
- Claro, puedes comerte mi brownie. - dijo quejándose Riker, que sacó su teléfono y vió la hora. - Son las 5:36. Vamos al Mc? Yo ni me tomé mi frapuccino, me lo tomó Rocky.
- Vamos, también tengo hambre. - me digné a decir ahora, aunque no tenía tanta hambre.
- Esta bien vamos. - volvió a hablar Rydel, quien tiraba de la mano de Ellington para ir hacia el lado contrario del que estábamos yendo.
- Adelántense, iré en un minuto, voy a tirar mi vaso. - dije yo mientras ellos iban hacia el famosísimo McDonald's.
Nunca fuí un obsesivo de la comida rápida, es grasosa, y me hace doler el estómago después de un rato de haber terminado de comer.
Pero un tonto dolor de estómago no es obstáculo para comerse un menú de McDonald's, ya que esa combinación de grasa, aceites y sal, era inexplicablemente deliciosa.
Caminaba lento, mirando fijamente el cesto de basura, que tenía una calcomanía de unas flechas que representaban el reciclaje, creo. Hasta que levante mi vista y la ví. Caminaba hacia una planta, se quedó de espaldas mirándola unos segundos, o, no se que estaba haciendo, y se dió vuelta, cuando pude verle el rostro.
Definitivamente era ella.
No me reaccionaban los sentidos, se iba alejando y no podía decir palabra.
Hasta que lancé descaradamente fuerte un:
- Laura!
Paro de caminar, pero no se dio vuelta.
Corrí desesperado hacia ella, y me paré enfrente suyo.
Escondió rápido sus manos extrañamente detrás de su espalda, y alzó la mirada.
Vestía unos jeans negros, una camiseta gris, un abrigo negro, y un par de botas azul oscuro.
También llevaba unos lentes de sol.
- Hola. - volví a hablar yo.
- Ross, hola. - dijo ella sin ninguna expresión.
Tenía tantas cosas que preguntarle como, por qué mierda me abandonaste? Pero no quería arruinar todo ahora. Solo quería hablar.
- Oye, ehm, como has estado? - bueno, no es un mal comienzo.
- Bien, que hay de ti? - seguía hablando inexpresiva, sin alma.
Que diablos le pasa?
- Bien. - bueno, sólo estuve dos putos años esperando una señal de vida tuya, y ahora me hablas pareciendo un zombie - Oye, por qué usas los lentes? Hace seis grados bajo cero.
Traté de que mis sentimientos no evadieran la conversación, pero seguía nervioso. Había esperado ese momento desde hacía tres años.
Lo que esa chica me había hecho sufrir, y ahora parece una narcotraficante.
- Si, - sonrió melancólicamente sacando sus lentes y dejando ver unos ojos rojos e hinchados - verás, me estoy recuperando de una sobredosis.
Esa palabra fue como un puñal inesperado.
Sobredosis?
Qué? Cómo? Por qué? Cuándo? Dónde? Quería preguntarle pero sólo me salió:
- Una so...sobredosis? - me pegué una autobofetada mental.
- Ehm, si, oye, la conversación está interesantísima, pero me están esperando en el auto. - agregó mirando detrás de mí.
- Si, claro - me corrí para que pase pero la tome del brazo y le pregunte - Oye me darías tu número? Supongo tienes uno nuevo, ya que al otro te mandé millones de mensajes, te llamé miles de millones de veces.....
- Oh, claro.
Sacó su teléfono, me lo extendió y pude notar que tenia en la mano un cigarrillo.
Por eso las había escondido antes.
Waw. Lo que hacen los años.
Me quedé quieto unos segundos pero reaccioné, y también le di mi teléfono.
- Listo. - dijo
- Te escribiré luego.
Se acercó, y me dio un abrazo, con todavía el cigarrillo encendido en la mano, y se fue hacia un auto.
Dejándome parado en medio del centro comercial como un niño perdido.
No sé cuanto tiempo me habré quedado. Pero desperté del trance cuando oí:
- Qué esa no era....?
- Laura?
Oí como Riker completaba sorprendido la frase de Rocky y me di vuelta.
- Sí, sí era ella. - logré soltar.
- Está rarísima. - dijo Rydel, que sostenía un vaso del Mc.
- Me... dijo que se estaba recuperando de una sobredosis.
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Sobredosis •|Raura|•
Fanfiction- Podía verla desde la puerta de la sala de emergencias. Estaba blanca, mas pálida de lo que es normalmente. Se veía, vacía. Estuvo muerta por seis minutos. Seis minutos. Pero el joven doctor seguía dando descargas. No se rendía. Ese hecho me hizo a...