Continuábamos basándonos, sin pausa, y con gran deseo.
Sus besos me dejaban sin respiración, y no sólo literalmente.
Él inclinó un poco la cabeza, hacia un lado, y me siguió besando.
Nuestras lenguas seguían rozándose, chocándose y jugando entre ellas, dando vueltas, o pasando por cada uno de los dientes del otro.Él me mordió levemente el labio, a lo que yo respondí besándole aún con más deseo, sin pensar que fuese posible.
Él paró, pero yo quería seguir.Sonrió, yo seguía roja, y en la misma postura.
No sabía cómo seguir, pero él decidió por mí.Siguió besándome como si no hubiese un mañana, hasta que me cansé un poco y lo aparté de mí.
No sabía por qué lo estaba haciendo...
Yo...
Creo que le amaba...
Pero...Pero.
Sus besos... Han resultado ser mejores de lo que pensaba, aun así no...
¿Pero que estaría yo diciendo?
¡Eran maravillosos! Eran como saborear en la boca un trozo del cielo.-¿Qué ocurre? ¿Acaso he sido muy brusco?
-Qui... Quizás...
-Respondí, nerviosa.Aún estaba roja, como el hierro al rojo vivo.
Se...
Se había puesto sobre mí, y me había besado, no, nos habíamos besado, nada más conocernos.
Esto iba demasiado deprisa...Se apartó de mí, quizás malhumorado.
Se sentó en el lado de antes del sofá, apoyó la cabeza en su mano, y se puso a pensar, con la mirada perdida en el infinito.
Entonces, ¿Qué iba a hacer yo?
Había puesto "esa" cara.
La de haberse marcado un Tedd Mosby*.
No tenía ninguna otra opción.
Me levanté del sofá, con la mirada fija en el suelo, y él, extrañado me miró.
Yo, alcé la cabeza y también clave mi mirada de mis ojos lilas oscuros en él.
Él cerró los suyos.
Fue entonces cuando corrí hacia él y me puse encima, besándole con todo el amor que pude.
Víctor ni se limitó a abrir los ojos, solo a asiarme por detrás de la espalda, a lo que yo respondí rodeando con mis brazos todo lo que pude la suya.
Él iba bajando las manos hasta llegar a las caderas, lo que hizo que me agradasen aún más sus suaves labios.
Así seguimos, un buen rato, hasta que abrimos poco a poco nuestros ojos.Ahora era yo la que estaba boca abajo, gracias a él, que se había vuelto a poner sobre mí, pero al menos esta vez estábamos tumbados bien en su sofá.
En su carísimo sofá.Oímos un ruido, el de unas llaves que abrían la puerta.
Nos sonrojamos, nuestros corazones latían al mil por hora, y yo cogí el mando para simular que hasta ahora habíamos estado viendo la película, o que acabábamos de empezar a verla.Nos sentamos en el sofá, y su padre entró por la puerta.
Víctor tenía la cara blanca como la leche, del susto anterior.-Disculpad, me había dejado algo importante.
-Dijo su padre.
Nos sonrió a ambos, cogió una tartera de cuero, también aparentemente muy cara y se la llevó.Víctor se acercó a la puerta, y comprobó que su padre ya se hubiese ido mediante el ruido del ascensor.
Cerró de nuevo la puerta con llave, y me sonrió.
Yo hice lo mismo.
Nos sonrojamos, una vez más, y esta vez sí, nos sentamos en el sofá a ver la película, porque su padre, nos había dado tal susto que no nos atrevíamos a besarnos de nuevo, ni siquiera a mirarnos.Paso un rato, hasta que ya fueron las diez de la noche.
La película acabó, y yo ya estaba casi dormida.
Aunque, no habíamos cenado.
Miré al chico que tenía casi a mi lado, al que, hace sólo unas horas estaba besando en ese mismo sofá.
Seguía serio, y serio siguió cuando cogió el mando y apagó la tele al acabarse los créditos.
Se levantó del sofá y, después de rehuir las miradas del otro durante algo de tiempo me miró.-¿Quieres cenar? -Intuyó, por el rugido que pegó mi estómago en ese mismo instante.
-Puede... -Respondí. Mi estómago rugió aún más fuente. -Vale, seguro que sí que quiero.
Él me dedicó la única risa que había venido de él en todo el tiempo que llevábamos en su casa.
Se fue a la cocina, y yo esperé en el salón unos diez segundos.
Entonces, me levanté y me fui a la cocina con él.-¿Quieres que te ayude en algo? -Pregunté, al entrar en la lujosa cocina.
Era muy sofisticada, con isla de mármol, de buenísima calidad, a mi suponer, y maravillosos equipamientos, como una nevera de alta gama, de acero inoxidable.
-No hace falta.
-Respondió él.
-¿Qué te gustaría cenar?-Pues... No lo sé...
-¿Te gusta la pasta?
-¿Italiana?
-Sí.
-¿De la marca Barilla?
-Sí.
-¿Parmesana?
-Sí.
-Pues por mí vale.
Y así conseguí relajar el ambiente.
*Tedd Mosby, protagonista de la serie "Cómo conocí a vuestra madre", es famoso por expresar sus sentimientos antes de tiempo.
Insisto en que, si alguien quiere participar, está a tiempo.
Que me mande los datos que pedí por privado.
Se despide:
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